Encuentro de familia

Pedro Regojo Otero

Pedro Regojo Otero

Llegan las grandes fiestas de Nochebuena, Navidad y Fin de Año. Son fechas totalmente cristianas y quienes están fuera se ven obligados a volver al encuentro familiar con los suyos, a reencontrarse con sus raíces profundas.

Sin lugar a duda estas minivacaciones son las más entrañables de todo el año.

También son en las que más cuesta volver al lugar de trabajo, aunque hay un refrán que dice que “el ser humano es menos de donde nace y más de donde pace”.

En estas fechas los gallegos tenemos la morriña de volver a nuestros orígenes. Cuando se vuelve algunos tienen la fortuna de estar con sus padres y la mayoría de la familia y amigos de cuando eran niños. Estos encuentros nos ayudarán a cargar el alma para el resto del año.

El pasado 4 de diciembre, el profeta Isaías nos habló de paz y nos invitó a que convirtamos nuestras espadas en arados y nuestras lanzas en podaderas. Este encuentro familiar debe ser la gran ocasión para poner paz entre la familia. Todos sabemos que los amigos se escogen y la familia viene impuesta. Dentro de la familia hay gente que nos cae muy bien y otra que menos. Es el momento de perdonar ofensas y mirar para otro lado.

Los que somos creyentes, que somos la mayoría, sabemos que Dios todopoderoso nos ha perdonado muchas veces y Cristo ha de ser nuestro modelo desde la cruz, perdonando a sus verdugos: “No saben lo que hacen”.

Sé que perdonar cuesta pero es lo que nos pide Jesús de Nazaret al rezar el Padrenuestro: “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

Dispongámonos a recibir b ien a la familia que viene de fuera, pasar por alto que muchas veces su comunicación es poca, fuera de casos extraordinarios como muertes o casamientos. Recibámolos con alegría. No olvidemos que la familia es de lo poco importante que tenemos en nuestras vidas. Procuremos que cuando se vayan sus almas estén llenas de cariño y de hospitalidad. Les servirá para seguir su camino allá donde estén.

Yo tengo la dicha de encontrarme con todos mis hijos y nietos y también con mis hermanos que vienen de fuera. Nos reunimos en nuestra casa de Redondela y allí abrazo a muchos sobrinos que veo una sola vez al año.

Que estos encuentros familiares nos sirvan como antesala a los del cielo. Que la alegría y la paz estén con todos nosotros y que cuando cada uno vuelva a su casa vaya con las baterías cargadas para seguir el camino.

*Miembro del Club 55