Antes de que a alguien le pueda parecer este título políticamente incorrecto, les diré que este artículo no trata de sexo. Aunque tal vez a alguien le parezca. Me explicaré.

Vivimos en la era de la información. Pero no de cualquiera, sino de la información al minuto y más aún de la información precoz. Para más inri, muchas veces nos anuncian qué va a pasar, antes incluso de que haya sucedido (sirvan de ejemplo los resultados del CIS). Pero seamos sinceros, quién no ha experimentado un orgasmo de sensaciones cuando ha podido contemplar la erupción de un volcán en directo o quién no se ha estremecido con las imágenes de un maremoto, a los 30 segundos de arrasar con toda una costa virgen. Incluso hemos temblado al ver en directo cómo un par de aviones se tiraban hacia las torres gemelas.

"Esa tecnología que hoy nos hace la vida más cómoda, debería también hacernos reflexionar"

Es cierto que antes nos sobresaltábamos al conocer los resultados de la quiniela o vibrábamos al ver los resúmenes de los deportes al día siguiente. Nos tomábamos nuestro tiempo para acariciar aquel teléfono fijo con números en una rueda, esperando que sonara con la voz con la que soñabas. Nos sorprendíamos cuando algún amigo nos contaba que habían tenido una sequía en alguna zona del sur... ¡Hacía ya un mes! Y nos mordíamos las uñas con qué pasaría en las elecciones de tal o cual ayuntamiento cuando desnudaban el escrutinio poco a poco.

Pero esa tecnología que hoy nos hace la vida más cómoda, debería también hacernos reflexionar. Quién no conoce más de un sitio en internet que nos da acceso a la información de baja calidad. Sin censura de ningún tipo y enarbolando la bandera de la libertad de expresión. ¡Y aún encima pagando! Todos somos conscientes de que cuando utilizamos los diarios digitales, estamos disminuyendo nuestras habilidades manuales. ¡E incluso olfativas! Y sabemos que esta información al segundo puede ser una fuente inagotable de distracciones, disminuyendo nuestra interacción física. Pero sobre todo, puede llevarnos a convertirnos en auténticos eyaculadores precoces de información. Y si no, que se lo digan a los que me han provocado un coitus interruptus al publicar en las redes el resultado de Rafa Nadal antes de poder ver el partido en diferido.