Después de tantos casos de corrupción, podemos decir que la cultura de los gobiernos es una enfermedad crónica.

La falta de integridad, el abuso del poder y la corrupción parecen haberse arraigado crónicamente en la cultura de todos los gobiernos, desde los más bajos hasta los más altos de nuestra nación.

Parece que tenemos una república de amigos y familiares. La responsabilidad moral a veces está determinada por factores que escapan al control de uno.

En la política, todo está influenciado y ser honesto cuesta mucha energía, por la falta de integridad de la mayoría de los políticos.

Es como aquel ciclista que llegó al equipo como una gran promesa, como nunca quedaba entre los diez primeros y por las críticas, se vio obligado a doparse.

Los casos de corrupción nos demuestran que la integridad dentro de los partidos, es principalmente una hoja de papel, con toda la falacia de que no todo está prohibido por la ley penal.

Responsabilidad, justicia y solidaridad es lo que venimos esperando desde que hemos nacido.