Aunque en la inmensa mayoría de los casos los padres darían la vida por sus hijos, eso no compensa uno solo en que por destruir al cónyuge serían capaces de sacársela. Complicada y cobarde es la mente de quien utiliza la vida de sus hijos contra su pareja para a continuación sacarse la suya, pero aún más cobarde si cabe es la de quien después se autoconcede la amnistía para continuar viviendo. Por mucha enfermedad mental que deba presentar la justicia como atenuante, es irrespetuoso a la memoria de las víctimas hacerlo aparte de muy difícil demostrar que, tras un plan lúcidamente diseñado y perpetrado, exista enajenación, a cumplir en un siquiátrico con sus consabidos beneficios , y no maldad, a cumplir en un duro penal.