Me llegan ecos de Rocío Carrasco y del circo mediático consiguiente.

Experimento televisivo forzado e irrelevante, muy bien pintado de elementos dramáticos y muy bien trabajado para crear curiosidad e intriga.

Se pagan cantidades astronómicas y se esperan fuertes audiencias con el consiguiente lucro económico.

Me parece una noticia mucho más relevante el que haya familias separadas que se llevan civilizadamente, el que haya familias unidas en donde el respeto y el derecho a la intimidad imperan frente al “mercantileo” de los sentimientos.

Los esquemas familiares que funcionan y aportan valor son tildados de “tradicionales” frente a otros esquemas llamados “novedosos”.

Apuesto por “viejas ideas” que al final son nuevas, el oro ya está descubierto. Apuesto también por esa marea de familias unidas y no unidas que quieren a sus hijos y los tratan con mucho cariño y respeto.

Este asunto chirría en la línea de flotación de las familias:

Necesidad de buscar relaciones más estables, de la misma manera que una empresa puede realizar más logros perviviendo en el tiempo. En familias no unidas también se ve el “bien hacer que perdura”.

Los conflictos que existen en toda familia mejor si se resuelven internamente. Los trapos sucios se lavan en la casa. Las personas tienen derecho a la intimidad.

Las familias se caracterizan por las relaciones gratuitas, una madre no ama a su hijo por dinero. No polemizo con mi familia por dinero.

Tres puntos relevantes en la esencia familiar que no son respetados en las “familias espectáculo televisivo”: estabilidad en el buen hacer, falta de intimidad y mercantilización de las relaciones.

Quizá, no sé, el debate ya no sea familia tradicional versus familia progresista sino más bien “familia real”, “familia que funciona” versus “familia en los medios”, “familia que no funciona”.