Tribuna

La primavera

Pedro Regojo Otero*

Este invierno ha sido duro, las borrascas este año se han multiplicado como hace muchos años sucedía, pero la primavera se ha adelantado con el canto de los pájaros, la flor de los almendros y el amarillo de las mimosas.

Esta primavera no estamos confinados y la vida parece que vuelve a resurgir, podemos de momento ver a los amigos y tomar un vino aunque sigamos con el toque de queda.

Pero la primavera es el tiempo para despertar del letargo que siempre significa el invierno, esta primavera ya disfrutamos de una libertad que es lo más grande a lo que el ser humano puede aspirar. Sin libertad dejamos de ser humanos y nos parecemos más a los animales que se mueven por instintos.

La voluntad debe ser la gran palanca con la que nos movemos, con cordura y sensatez y no dejarnos llevar por los instintos para así saber diferenciar el bien del mal, para que tengamos una máxima que no falla: no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hiciesen.

A estas alturas, los mayores de ochenta años estaremos todos vacunados.

Yo pude comprobar que tenemos la mejor sanidad pública del mundo: llegué con cinco minutos de mi hora y a mi hora me atendieron con muchísimo cariño.

La gran sanidad que tenemos esperemos que este gobierno la deje como está y que no la empeore. Siempre se puede mejorar o también se puede empeorar.

Ahora que se va normalizando la vida es muy importante que sirva para que podamos mejorar nuestras relaciones con toda la familia, amigos y vecinos.

Nuestra actitud tiene que mejorar y eso es nuestra lucha diaria tengamos juventud, madurez o ancianidad. Al final del camino nos van a juzgar por nuestro esfuerzo, por nuestro trabajo bien hecho.

Cuando nos examinamos nos damos cuenta de nuestros puntos fuertes y débiles y el Señor que nos ve en lo escondido nos premiará por superar nuestros puntos débiles. La vida vale la pena cuando lo enfocamos con espíritu deportivo. Los atletas son un ejemplo para todos nosotros, cómo se entrenan y controlan sus objetivos para estar preparados para la competición.

Nuestra lucha debe ser sin descanso, de esto depende nuestra felicidad y la felicidad de nuestro cónyuge y nuestra familia y amigos.

El premio de la lucha es porque en nuestro yo hay dos vectores, uno que nos hace hacer lo que no debemos y otro que nos impulsa hacia arriba y nos lleva a volar y a realizar nuestros sueños.

Ánimo, la primavera ha llegado..., pongamos en práctica los buenos propósitos que hemos hecho durante el invierno.

*Miembro Club 55