El mundo está en llamas, pero nadie está dispuesto a apagarlo; al contrario, se vierte más combustible. La dura verdad es que se han cometido muchos errores y con los conocimientos adquiridos, aún seguimos cometiendo errores.

No fuimos ni seremos capaces de construir un dique para contener la propagación del virus. El resultado es que nos encontramos ante un tsunami viral. La propagación del virus depende de nuestro comportamiento y la conclusión es que una pequeña minoría todavía no entiende y se burla de las reglas descuidadamente.

No se puede perder más tiempo en discusiones sobre las medidas que se toman. Tendremos que cambiar de comportamiento y seguir las reglas para que el dique no se agriete más; de lo contrario, los hospitales estarán saturados y nos tendremos que rendir.

No debemos de olvidar que detrás de esas cifras que diariamente nos presentan se encuentran personas reales y no de ficción.