"Lo peor de la peste no es que mata a los cuerpos, sino que desnuda las almas y ese espectáculo suele ser horroroso" (Albert Camus, "La Peste").

La pandemia ha puesto sobre el tapete esas agoreras palabras del escritor francés, mostrando la verdad de su acertado y visionario diagnóstico.

Se ha impuesto el maltrato.

Maltrato a sanitarios, impelidos a trabajar con escasa protección y, consecuentemente, a enfermar. Estamos, vergonzantemente, a la cabeza de profesionales sanitarios que han enfermado.

Maltrato a dependientes, policías... ¿Y qué decir del tan ignorado y vapuleado sector docente?

Llevo más de tres décadas trabajando como profesora de instituto. Me avala la experiencia. Esa experiencia me lleva a constatar y denunciar el maltrato al profesorado desde el decretado estado de alarma por coronavirus.

Los docentes, ya vapuleados desde hace tiempo por media docena de reformas educativas bastante desastradas y fallidas, alguna de las cuales se saltó a la torera las bases de unas oposiciones ganadas con sumo esfuerzo como cátedras y agregados de bachillerato, estaban ya tocados y poco falta ya para hundidos.

Como los peligros del contagio han imposibilitado la docencia en las aulas, los profesores se han visto arrastrados a la teleformación, sin recursos, salvo los propios, sin formación en teleformación, sin horarios, sin pautas claras, sin piedad. De locura. Y como eso no bastaba, se incrementa la labor burocrática hasta el paroxismo.

La situación sanitaria hace peligrar la salud mental de los más serenos. Sería de agradecer que el sistema mostrara un rostro humano y no jugara a machacar a profesores, alumnos y padres.

Conozco a muchos maestros y profesores al borde del abismo, que no han cogido baja pues ni se cubría su baja laboral.

Lamentable.

¿Habría pasado algo si se hubiera suspendido el curso con la promulgación del estado de alarma? ¿Es una aberración que en una pandemia se califique un curso escolar con las notas obtenidas en 6 meses de trabajo?

En un panorama de frenopático, destacaban como oasis en el desierto las cuerdas palabras del juez Calatayud, que abogaba por la suspensión del curso escolar: "No pasa nada porque un niño pierda dos meses de colegio". Al profesorado se le podría haber empleado, en el ínterin, en otras tareas.

Pero no, es mejor machacar a los docentes, como viene haciéndose desde hace ya un tiempo por parte de autoridades y un sector de la sociedad.

Pues, bien, en ese contexto yo, que veo ahora mismo los toros desde la barrera por circunstancias personales, rompo una lanza por los sufridos y denostados y ultrajados profesionales del Magisterio, que ganan muy merecidamente el pan que les alimenta en un altísimo porcentaje. Es un colectivo muy comprometido con su labor. No los llevemos a la extenuación.

Venimos de poner muchos granos de arena para salir de la crisis económica anterior (la de 2008) y aún no hemos recuperado ni el horario anticrisis ni condiciones salariales en algunas comunidades autónomas.

Por todo el gremio de enseñantes, un merecido aplauso. Aunque, como los sanitarios, agradeceríamos más un trato digno y humano.

Por favor, tengan todos estos argumentos en cuenta a la hora de diseñar planes para el próximo curso escolar. Tómennos en serio, políticos de todos los signos (este no es un escrito hecho desde ninguna sigla), autoridades educativas, sindicatos, Defensor del Pueblo.

Es un clamor.