Recientemente, la serie "Chernobil" ha irrumpido en la audiencia televisiva de aquellos que disfrutan de la novedad de la televisión por cable. Nada que decir en contra de ello, es más, todas las críticas que he escuchado han sido positivas; y todos coinciden en que refleja la realidad de lo que fue todo aquello.

Pero los televidentes deberían aprovechar esta oportunidad de volver a recordar el desastre de Chernóbil y pasar de ser meros espectadores a ser actores en primera persona, como los son las 65 familias que cada año, a través de la Asociación Ledicia Cativa, traen a niños de aquella región a nuestra comunidad autónoma, para ayudarles a curar su salud, deteriorada por la acción de una radiactividad que todavía persiste en el lugar.

Desde hace 24 años esta asociación trae a estos niños a nuestras tierras y no es indiferente a la evolución que sobre el terreno ha tenido la población de la provincia de Briansk. Actualmente, muchas familias viven de lo más precario; niñas y niños limpios pero viviendo en inmuebles paupérrimos, como el caso de esa familia que convive en la misma vivienda, el matrimonio y sus tres hijos, cuyo acceso al hogar es tierra, unas tablillas y muy poco espacio, y de nada vale que la madre sea profesora de educación porque su sueldo, al cambio unos 150 euros, no alcanza para nada.

Cuando hay tormentas llueve más y hace viento, por lo que se quedan sin agua, ya que deberían haber renovado las máquinas viejas y no hay dinero para ello. Muchas de las calles están sin asfalto, tienen grandes baches y esto hace difícil transitar en coche (a quien lo tenga) o a pie.

Las familias de esas zonas, pese a todas las promesas, que no paran de llegar año tras año, no mejoran y permanecen estancadas ante un futuro incierto.

Desde Ledicia Cativa no analizamos las causas que llevaron a que un reactor nuclear volase por los aires, tampoco culpamos a unos gobiernos que seguramente debieron haber invertido más en seguridad; no juzgamos a quienes prometieron una ayuda que nunca llegó y no señalamos a quienes pueden mejorar la actual situación, al igual que tampoco podemos cambiar lo que ya ha sucedido... Lo único que podemos hacer es, con nuestra ayuda, cambiar de algún modo la vida de personas reales, niños y niñas con nombre propio, convirtiéndonos todos de ese modo en auténticos protagonistas de nuestra propia película, a la que añadimos toda la humanidad que está a nuestro alcance, para que siempre tenga un final feliz.