En mi familia hay muchos a los que se les dio por estudiar Farmacia. Y lo hicieron en aquella inolvidable Facultad tan cantada por la Tuna Compostelana en su "triste y sola se queda Fonseca..."

Lógicamente el resultado fue que abundaron los boticarios y farmacéuticos.

A mí se me dio por pensar si realmente había una similitud total entre los términos boticario y farmacéutico. ¡Esa es la cuestión! Sin la menor duda, la señora que me proporciona todos los medicamentos que ha puesto el médico de cabecera en la lista es una farmacéutica que sabe y conoce muy bien lo que despacha.

Pero remontándonos a épocas pasadas que yo no viví pero que conozco por lo que se hablaba en mi casa, resulta que mi abuelo paterno establecido en una villa cercana a Santiago, era más bien el "boticario". ¿Dónde está pues la diferencia? ¿Será porque el boticario tenía que elaborar lo que se le pedía echando mano del contenido de aquellos preciosos botes repartidos en la botica? Aún conservo uno de aquellos en un rinconcito del comedor: "bayas de enebro". ¡Claro que un boticario es un farmacéutico y lo mismo a la inversa!

Pero sin duda aquello que elaboraba mi abuelo y que el paisano recogía en la coincidencia de la siguiente feria era el trabajo de un Boticario utilizando todos los elementos guardados prudentemente en los botes. Por supuesto que no estoy refiriéndome a casos urgentes solucionados con prontitud: "¿pode darme unha aspirina Okal?"

Bueno, he tratado de explicar lo mejor que he podido lo vivido por mí en aquella época en la que, primero la botica y luego la farmacia, marchaban juntas de la mano.