Aún recuerdo aquel eslogan de hace años: "España es diferente". Claro que España era muy diferente, tanto para los extranjeros como para los que la habitaban.

Desde que pertenecemos a la UE, los españoles son menos diferentes, las distancias se han acortado, nos relacionamos más con otras regiones, los políticos viajan más y aquel sol exclusivo del Mediterráneo también se ha establecido en Galicia. Podemos decir que ya no somos tan diferentes a pesar de vivir en un país de desacuerdos. Y estos desacuerdos los tendremos que aceptar, generación tras generación, por el relato de una Guerra Civil que no hemos vivido, pues queda muy atrás y también por no pertenecer a ningún partido político.

Los políticos catalanes a favor del independentismo nos hacen ver que quieren una España diferente, mejor dicho una Cataluña diferente a la España actual y eso también lo propone el líder socialista Pedro Sánchez, con su nación de naciones.

Yo siempre creí que era español por mi pasaporte, pero esos políticos con pasaporte español no se sienten como tales, pues quieren tener un pasaporte catalán y al mismo tiempo otro español, por eso de la doble nacionalidad. Esos políticos nos hacen creer que el español de verdad no existe, tampoco la comunidad.

Los españoles forman innumerables comunidades como los castrexos, con su propia fe y costumbres. Y justo por la diversidad se producen unos enlaces cruzados que favorecen a la sociedad, el ejemplo lo tenemos en la UE.

Los políticos catalanes quieren ser diferentes y al mismo tiempo participar en la sociedad, para demostrar que son mejores que los ordinarios españoles.