La virgen de Czestochowa, reina de Polonia
Carolina Crespo Fernández / Vigo
Analizando la historia de Polonia, llama poderosamente la atención la devoción del pueblo polaco a la Virgen Negra de Czestochowa. Un pueblo que quiere así a la Madre de Dios siempre saldrá victorioso. La Basílica en la que se encuentra la Virgen está en la pequeña colina de Jasna Gora, que significa " Clara montaña". La Virgen Negra de Polonia es una imagen pintada en madera de tilo, un cuadro bizantino que data del s. VII. Los polacos la han proclamado Reina de Polonia y la quieren más allá de lo que se puede expresar con palabras. Es una Virgen con la tez morena y el rostro apenado, pero al mismo tiempo lleno de ternura. Lo primero que hacen los polacos cuando van a visitarla a la Basílica es dar la vuelta a la explanada rezando el Via Crucis. A continuación entran a saludar a su Reina; la miran a los ojos y se extienden en el suelo con los brazos en cruz, gesto que hemos visto realizar a Juan Pablo II en multitud de ocasiones.
La Virgen Negra tiene dos heridas en el rostro; al igual que Polonia, soportó a lo largo de los siglos tribulaciones y desgracias. Unos desalmados que entraron a robar en el convento donde se encontraba le hicieron dichas heridas, que ni siquiera los mejores artistas mundiales pudieron restaurar, de tal manera que esas cicatrices recuerdan al pueblo polaco su resistencia ante los distintos episodios históricos sufridos. Mientras Occidente sucumbe moralmente, en Polonia los creyentes son insobornables.
Un ser humano, hijo de esta tierra, llamado Karol Wojjtyla, anclado como todos sus compatriotas en una profunda devoción a su Virgen Negra, puso su pontificado a sus pies, con el lema "totus tuus"-"todo tuyo"-, con el que se paseó por todo el mundo. Tenía una confianza absoluta en su Madre del Cielo.
El sufrimiento del que ha nacido la Iglesia que lleva el nombre de la Reina de Polonia es de gran importancia histórica. Se trata de una ciudad que creció debido al éxodo del rural a la ciudad industrial. Una vez que las autoridades comunistas accedieron a construir, tal como demandaba la población, una iglesia, paralizaron el proyecto y decidieron construir una escuela; pero, en el momento en que los empleados municipales fueron a retirar la cruz erigida allí hacía mucho tiempo, el coraje del pueblo polaco lo impidió y, al final, allí se erigió un templo. En 1966 se hizo una reproducción de la Virgen de Czestochowa que fue peregrinando por todas las diócesis de Polonia.
La devoción mariana de Juan Pablo II se hizo notar en sus primeras palabras: "Madonna Santissima", que en lengua italiana expresan fidedignamente el sentimiento del Papa hacia su primer amor espiritual. Varias veces al año, el cardenal Wojtyla recorría ciento cuarenta quilómetros, que son los que separan Cracovia de Jasna Gora, para saludar a su Virgen Negra. La devoción a María es uno de los rasgos característicos de la fe popular de los polacos y, sin duda, el icono de la Virgen Negra siempre irá unido al nombre de San Juan Pablo II, el Grande.
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