Hace unos días, al ojear en el FARO las esquelas mortuorias (cuando se llega a cierta edad, lo primero que se leen son las esquelas) entre las muchas que el periódico publicaba, aparecía la de don Franz Steinbrüggen.Inmediatamente pensé en acudir al tanatorio a mostrarle mi condolencia a sus hijos, pero ya era demasiado tarde. Como quien rebobina una película (la memoria no es más que eso) pasaron por mi mente los muchísimos contactos profesionales que nuestra empresa familiar tuvo con don Francisco.Todos los días pasaba ante nuestro establecimiento, en la calle Gamboa, camino de su “Paco Radio”,en Joaquín Yáñez, desde su domicilio en la Alameda, erguido, con paso largo y rápido. (Steinbrüggen era un gran nadador y un formidable caminante.No hace muchos años se proclamó campeón de unas competiciones de natación de la mal llamada “tercera edad”). Mucho podría contar sobre sus capacidades técnicas en el mundo de la electrónica pero, aquí y ahora,lo que quiero resaltar y que muy pocos conocen, es su gran amor por la naturaleza y su defensa del medioambiente (ahora no se habla de otra cosa),pero sobre todo su gran pasión por las Islas Cíes. Con frecuencia,y estoy hablando de los años cincuenta, organizaba personalmente algunos domingos, excursiones a la Playa de Rodas alquilando a Vapores de Pasaje el celebérrimo “Yate Cantabria”. Recuerdo mi primera visita a las islas,en el ya lejano 1959.Era tan apasionado de las maravillas del hoy llamado “Parque Nacional de las Islas Atlánticas”, que nos convenció a mi padre y a mí para que le acompañáramos,y allá fuimos con mi esposa y unas veinte personas más. La travesía fue a la ida muy buena; al regresar, por la tarde, se levantó mucho mar y más de uno se mareó,pero la visita, a pesar del tiempo transcurrido, está grabada en mi memoria con imágenes imperecederas.Y todo ello gracias al entusiasmo y al amor a la naturaleza de un gran hombre, que sin ser gallego, el apellido lo dice todo, quería esta tierra como suya propia. El motivo de esta carta, además de recodar a un gran amigo, es el de hacer público desde FARO la deuda que Vigo tiene con este pionero del conocimiento de las Cíes y que los regidores del Parque le recuerden colocando una placa en su memoria.