Como padres adoptantes, en nuestro exclusivo nombre y en el interés de aportar algún dato al debate que el Sr. Estévez promueve en su reciente artículo Adopción Internacional, quisiéramos apuntar algunas breves consideraciones.

1.- Estamos totalmente de acuerdo en que el papel de las instituciones públicas es fundamental en este asunto; consideramos su "privatización" como una desatención de las labores que los ciudadanos encomendamos a nuestras autoridades que además pudiera contribuir a extender la repugnante idea de "mercantilización" de la adopción, idea que apunta el Sr. Estévez, para quien sólo una minoría social escapa a dicho concepto; suponemos que esta minoría incluirá a las familias adoptantes; desde luego nosotros no conocemos una sola infectada por esa "moda". Como usted, somos ciudadanos que compramos coches, pisos o perros, no niños.

2.- Es erróneo considerar esencialmente a la adopción como la solución de un problema de infertilidad. Habrá casos en que la ausencia de descendencia suponga un trauma, pero esa "ansiedad" es una traba para la adopción, pues implica desconocer que en ésta lo fundamental es el interés del menor, no el de los adultos. Por no hablar de los muy numerosos casos en que el hijo adoptado se integra en una familia que carece de tal "problema".

3.- ¿Quién podrá estar en desacuerdo en eliminar la miseria, la espantosa mortandad, etc... de los países de origen de nuestros hijos? Nadie tiene excusa para desconocer lo que está ocurriendo a escasas horas de vuelo de nuestra abundancia; pero no equivoque conceptos; adoptar un niño de otra cultura no supone hacerle renunciar a ésta ni al sentimiento de pertenencia a su pueblo o país, ni impedirle que su vida se desarrolle allí si así lo desea en su mayor edad. Bien al contrario, implica decisivamente a sus padres en la directa preocupación por su

país de nacimiento y su desarrollo, enriqueciendo así a ambas partes.

Iñigo A. Lanero Táboas y Ana D. Salas Iglesias - Vigo