Opinión

Alberto González-Garcés

Un reloj para la Porta do sol

Estuve leyendo el reciente e interesantísimo artículo de Manuel Bragado de título “Reloxos vigueses” que publicó en FARO DE VIGO sobre los diversos relojes públicos que hay a lo largo y ancho de la ciudad.

Comenta Bragado que los relojes públicos son referentes de la vida ciudadana. Tiene toda la razón. Forman parte de nuestra vida diaria y terminan por ser parte de nosotros mismos. Vemos la hora que indican, oímos sus campanadas, su música y sonidos, los utilizamos como referencia para concertar encuentros…

Un reloj, un buen reloj público, no solamente sirve para saber la hora, es parte de la identidad de las personas que lo ven y lo utilizan. Y con su uso pueden llegar a tener un papel destacado en la vida de una ciudad, de sus habitantes, de sus ciudadanos.

Vigo es una ciudad en desarrollo constante. Varía, se modifica, crece, se expande. Pero también necesita actos y lugares concretos que simbolicen su identidad. Necesitamos ese acto, esa fiesta, esa plaza, ese monumento que aglutine la sensación de sentirse parte de un sitio y de una comunidad.

Creo que en los últimos años se ha avanzado mucho en la conciencia identitaria de la ciudad. Sumándose a las emblemáticas manifestaciones religiosas y símbolos tradicionales van surgiendo otras manifestaciones distintivas que posiblemente puedan ir arraigando como emblemas que nos acerquen y nos unan. Y que iconográficamente nos representen.

Pienso, por ejemplo, en la renacida Fiesta de la Reconquista que con su nuevo formato y exitosa escenificación y organización une cada vez más a la población incluso desde la infancia. Este año me quedé sorprendido con la amplia participación infantil vestida de época y que aportaban instrumentos elaborados por los propios niños.

Pienso muy especialmente en la nueva plaza de la ciudad la “Porta do sol”. Ya sé que lleva ahí cientos de años, pero su renovado formato peatonal ha revitalizado la plaza como un referente ciudadano. Un lugar para pasear, de encuentro para ver a la gente, para charlar, para asistir a actos variados. La plaza, además, acoge uno de los más curiosos símbolos de Vigo, el Sireno. Qué grande una ciudad que puede tener como icono ese maravilloso y extraño ser.

Pero en esta nueva y fantástica plaza estructurada en anfiteatro gracias a su ligera cuesta le falta un elemento fundamental para convertirla en un referente de primer orden: un gran reloj.

Es muy difícil que una plaza sea “la plaza de la cuidad” si no tiene un reloj. Un buen y carismático reloj que nos haga alzar la vista para mirarlo, que nos diga la hora y que, a la vez, convierta el entorno en un espacio urbano de referencia en nuestra vida social.

Hay que buscarle una buena ubicación en la plaza. En la cuidad hay excelentes arquitectos paisajistas a los que seguro que se les ocurre un buen lugar para ponerlo. Yo, dentro de mis escasas aptitudes urbanísticas ya detecté algún lugar posible.

El emplazamiento exacto no importa ahora. Deberán decidirlo los expertos.

Lo que sí me parece importante es la decisión de dotar de un buen y significativo reloj a esta hermosa plaza por la que afortunadamente podemos pasear y disfrutar relajadamente de la vida ciudadana. Además de decir la hora podrá convertir esta entrañable Porta do sol en la gran plaza de referencia de la ciudad.

*Instituto de Estudios Vigueses