Opinión | Crónica Política

Una ocasión

Es muy posible que la insistencia en plantear, a modo de opinión personal, que el discurso de investidura del presidente Rueda Valenzuela resulta una ocasión para ofrecer un gran acuerdo de país se considere una ingenuidad. Cierto que los diferentes partidos con presencia parlamentaria han llegado a entenderse en cuestiones de relativa importancia –algunas más efectistas que efectivas–, pero Galicia necesita bastante más que eso para despejar algunas incógnitas sobre su futuro. Y algunas sólo podrán despejarse mediante un consenso duradero.

(Se habla de una buena ocasión porque, entre otros motivos, es el refrendo más señalado de alguien que llega a la Presidencia por decisión de las urnas, tras dos años de cierta interinidad después de sustituir al señor Feijóo. Y “heredado” las líneas maestras de su política. La sucesión fue del todo ortodoxa, pero ahora tiene muchos más votos tras él que los 41 de diputados de entonces. Por eso, y por el probable “refuerzo” con la renovación de un gobierno muy gastado ya, se habla de una buena ocasión para llegar a acuerdos “de Estado” que, con los presupuestos de 2024 ya aprobados, serían algo más accesibles.)

Conviene reiterar que Galicia necesita un Plan –también “de país”– y que no va a ser suficiente la veintena de leyes que, como acaba de publicar FARO, se anunciarán por don Alfonso, si bien habrá que esperar conocer sus resultados. Sean cuales fueren, importante que su señoría hablase de la Galicia o las propuestas que plantee. Y una seria invitación al diálogo para buscar un proyecto básico común que, como Ortega y Gasset decía, es la base para el progreso. Y que no se arregla con una audiencia de media hora en el despacho presidencial. Dicho con todo respeto. Como siempre.

Claro que, como parece obvio, el diálogo es una cuestión de opiniones distintas en la búsqueda de un acuerdo, y a día de hoy no parece que exista un talante propicio. El presidente Rueda es hombre serio y fiable, aunque quienes tienen mayoría absoluta la esgrimen como argumento para tratar de recortar las pretensiones de sus rivales. Y eso no es del todo bueno, porque confunde el número con la razón, algo que es un error, al menos desde un punto de vista personal. Y lo peor es que ambas posturas se repiten con frecuencia, lo que hace muy difícil cualquier acuerdo.

Es verdad sin embargo que para resolver ese tipo de conflictos, o al menos eso mantienen los que creen en la antigua definición de que la “política es el arte de hacer posible lo necesario”. Ocurre que aquí y ahora, la oposición no parece dispuesta –aparte las proclamas– a aceptar lo que quizá se le ofrezca. Entre otros motivos porque sigue despreciando a la Presidencia con la cantinela de que atiende antes a Feijóo que a Galicia. Item más, insiste en afirmar que este antiguo Reino “no avanza”, lo que equivale –casi– a tomar por idiotas a los cientos de miles de personas que dieron mayoría absoluta a sus rivales. Quizás por eso pierde casi siempre: ahora tiene una buena ocasión para modificar su estrategia. Sólo tendría que dejar a un lado las palabras huecas.