Opinión

n n / Paco Vedra

Cuatro Cosas

Para rematar la transición –la gallega, por supuesto– le cuentan a avecilla una de las actitudes que obligan a sospechar –con fundamento– que el aparato político de la Justicia aquí y allá deja mucho que desear. Manipulan y falsean o engañan cuando les conviene. Unos más que otros, ciertamente, pero el número de trolas no altera el resultado. O algo parecido dice la aritmética clásica. ¿Verdad...?

A ver: la similitud no es exacta, cierto, porque el ministro de la cosa es un petrusiano de primera, pero el justiciero galaico es tan astuto que dice cosas diferentes y opuestas según con quien habla o firma. Avecilla no cree necesario dar nombres, pero se refiere a un poncio importante, de momento en funciones. Y sobre cuya continuidad reza bastante gente. Abogados de oficio. Para que no siga. ¿Eh?

El asunto tiene miga: resulta que el “justiciero” galaico abrió diálogo –por fin– después de meses de rogativas con los letrados de oficio en huelga. Firmó con ellos un documento que entre otras cosas se comprometía a que a cualquier reunión sobre el conflicto asistirán representantes de los letrados y procuradores en conflicto. Y, a la primera, se reunió con los petrucios de la profesión. Sin sindicato. Oé, oé, oé...

No ha de extrañar, por tanto, que las palabras, incluidas las escritas, se las lleva el viento, tanto en Santiago como en Madrid. El agente secreto, ahora mismo, sólo tiene una duda. O mejor dicho, dos: si cumplía órdenes de su superior (inmediato) o actuó por cuenta propia. Pero en los pasillos de la corte jacobea se nota como un aroma más bien desagradable, como a líquido de embalsamar. ¿Capisci...?