Verdad, realidad y relato

En la vida como en la política la verdad es la realidad, nos recordaba no hace mucho el presidente, y la realidad es que el pasado domingo el PP arrasó en Galicia superando en dos puntos la exigua mayoría absoluta que le daban las encuestas al final de la campaña. A pie de urna, tanto Sigma 2 como GAD 3 le otorgaban la victoria que al final se produjo, pero la audiencia estaba escaldada de las generales y los tertulianos de TVE, que no lo consideró noticia prioritaria y nos desvió a su canal 24 horas, tal vez recelosos sus directivos de tener que contar con pelos y señales los pormenores de una victoria popular, y casi todos los de la 6ª, tan al rojo vivo como siempre, se frotaban las manos al principio de la noche sobre la errática campaña del PP, el enorme error de Feijóo y la subida apabullante de la estrella emergente, Ana Pontón, a la que Lucía Méndez presentaba como la nueva líder moderada, lista, inteligente y estupenda, –lo tiene todo– apostillaba en redes Rufián, cegado por su elegancia y sobre todo hermanado por el odio común a España, y auguraban una noche electrizante, que nunca llegó.

“Page augura un ciclón que acabará con el PSOE. Esperemos que antes no acabe con España”

Al final de la jornada, como la realidad se imponía, hubo que ajustar el relato. Se reconoció a regañadientes el tortazo sumo que los gallegos habían propinado a Sumar y demás izquierda residual, con el dolorido y nostálgico recuerdo a las Mareas, pero sobre todo importaba insistir en que las elecciones gallegas solo eran en Galicia y que de ninguna manera se podía extrapolar al resto de España el enorme fracaso socialista. Se reconoció, sí, pero insistiendo en la consigna de que las políticas nacionales de Sánchez nada tenían que ver. Una tertuliana incluso equiparó la pérdida de dos escaños del PP con el batacazo socialista. Los dos pierden, mintió, y se quedó tan oreada.

Al día siguiente, no hubo ni autocrítica ni cambio de rumbo. La prensa sanchista insiste en el error de Feijóo –le pasará factura– pronostican. Y silencian o critican a Page, que augura un ciclón que acabará con el PSOE. Esperemos que antes no acabe con España.

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