Occidente se empeña en no encarar la realidad en Ucrania

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

En lo que se asemeja a un estado de pánico, la OTAN se empeña en no reconocer el fracaso de su gran estrategia frente a Rusia en la guerra de Ucrania y sigue apostando por seguir armando a Kiev, cueste lo que cueste. Estado de pánico al que contribuye sin duda la posibilidad cada vez más verosímil de que un político aislacionista y tan imprevisible como Donald Trump gane las próximas elecciones norteamericanas.

Trump ha dejado claro la opinión que le merecen los países de la Alianza que no gastan en defensa el 2 por ciento mínimo del PIB que se les reclama. Incluso llegó a decir provocativamente en uno de sus actos de campaña que dejaría a Rusia hacer con ellos lo que le diese la gana, es decir que renunciaría, llegado a caso, a defenderlos de un posible ataque ruso.

La irresponsable bravuconada del republicano estuvo presente en los debates de la recién celebrada Conferencia de Seguridad de Múnich, a la que asistió –¿cómo no?– el presidente ucraniano, y en la que este volvió a pedir a los países de la Alianza más armamento y dinero porque, según dijo, “esto no va de Ucrania ni de Europa” porque se trata de “una guerra que Rusia libra contra un mundo basado en reglas”. El problema con la argumentación de Zelenski es que, ante la falta de respuesta de Occidente a la tragedia de Gaza, eso del “orden internacional basado en reglas” ha perdido para muchos toda credibilidad.

"La OTAN se empeña en no reconocer el fracaso de su gran estrategia frente a Rusia en la guerra de Ucrania"

En su reciente entrevista con el periodista estadounidense Tucker Carlson, Putin desmintió, por otro lado, a quienes en Europa y Estados Unidos le acusan de querer atacar, una vez que ocupe Ucrania, a Polonia o las Repúblicas Bálticas y seguir así avanzando hacia el oeste.

¿Qué interés, habría que preguntar, podría tener un país de la enorme extensión territorial y los recursos naturales de Rusia en ocupar territorios ajenos con poblaciones que le serían desde el principio totalmente hostiles? Eso, sin tener en cuenta que, a diferencia de Ucrania, se trata de países que son ya miembros de la OTAN, que estaría obligada, con o sin Trump en la Casa Blanca, a defenderlos de cualquier ataque.

Pero no importa: como si no existiesen ya en esta parte de Europa problemas económicos y sociales urgentes de resolver, el empeño de los gobernantes es agitar el espantajo del imperialismo ruso para justificar el gasto cada vez mayor en armamento.

No está de más citar aquí un artículo del estadounidense Douglas McKinnon, que trabajó con los presidentes republicanos Ronald Reagan y George H.W. Bush (1) y que se pregunta por qué los grandes medios de comunicación no hablan del “enorme coste humano” de la guerra de Ucrania: un millón de víctimas entre muertos y heridos a ambos lados del conflicto, según los últimos cálculos.

"El empeño de los gobernantes es agitar el espantajo del imperialismo ruso para justificar el gasto cada vez mayor en armamento"

Muchos periodistas se han “metamorfoseado en simples taquígrafos de Zelenski”, critica McKennon, según el cual Occidente “ha utilizado a Ucrania y a sus ciudadanos como peones desechables” en lo que es solo una “guerra por procuración” contra la Rusia de Putin.

McKennon solo parece sentir desprecio por los que califica de “privilegiados a ambos lados del Atlántico que, desde la seguridad que proporciona la distancia y con sueldos millonarios, siguen animando a los jóvenes ucranianos a lanzarse contra la maquinaria bélica rusa”.

En un artículo publicado en la revista “The Hill”

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