Mira Vigo

Miguel Irisarri Castro: se fue un vigués muy de los nuestros

¡Octavio tracatrá! Emocionante, paticipativo, inolvidable. Unas 80 personas se dieron cita en la XI Xuntanza de las categorías inferiores (1985-94) del Academia Octavio de Balonmano, que tanto lustre deportivo dio a esta ciudad. Ahí veis en la foto de Germán Cruces a directivos, entrenadores, jugadores... en un día de confraternidad que comenzó con un partido en el Pabellón Central, dirigido por los árbitros de la ex División de Honor Rodrigo Costas y Suso Pedrido. ¡Qué fructífera cantera académica la de aquella época en la que compitieron en la máxima categoría nacional Miguel Rial, José Luis Alonso, Miguel Rodríguez, Javi Díaz, Dani Benaches, Jose Ballesteros, Jacobo Coello y Pablo Macías! Todo continuó con una degustación de cerveza y finalizó con un cocido en el restaurante Largo da Costa y la alegría general por la memoria común.

¡Octavio tracatrá! Emocionante, paticipativo, inolvidable. Unas 80 personas se dieron cita en la XI Xuntanza de las categorías inferiores (1985-94) del Academia Octavio de Balonmano, que tanto lustre deportivo dio a esta ciudad. Ahí veis en la foto de Germán Cruces a directivos, entrenadores, jugadores... en un día de confraternidad que comenzó con un partido en el Pabellón Central, dirigido por los árbitros de la ex División de Honor Rodrigo Costas y Suso Pedrido. ¡Qué fructífera cantera académica la de aquella época en la que compitieron en la máxima categoría nacional Miguel Rial, José Luis Alonso, Miguel Rodríguez, Javi Díaz, Dani Benaches, Jose Ballesteros, Jacobo Coello y Pablo Macías! Todo continuó con una degustación de cerveza y finalizó con un cocido en el restaurante Largo da Costa y la alegría general por la memoria común. / Fernando Franco

Fernando Franco

Fernando Franco

¿Cuántas veces escuché su nombre al pasar lista en nuestros años infantiles de alumnos jesuitas? Miguel Irisarri Castro. Pasaron muchos años, décadas, y a aquel colegial discreto, más bien introvertido pero siempre amable, lo perdí como compañero y lo fui viendo de pascuas en flores en los azares del camino, mientras se hacía mayor, se casaba con Alicia Bouzas, tenía a Miguel, Eva y Alicia que lo adoraban... Había estudiado después Filosofía y Teología y de lo primero dio clases toda la vida en institutos vigueses (Casares, Santo Tomé, Santa Irene) combinándolo para que no faltara nada en casa con la asesoría laboral en la empresa familiar Ircavigo. Se nos fue Miguel y no solo sus hijos; alumnos y compañeros lo recuerdan como hombre humilde, amante de la discreción, generoso, paciente y muy sabedor de lo suyo, más volcado en los demás que en sí mismo. Buena gente. Miguel Irisarri, uno de los 14 hermanos (Vicente, Javier, Balbino...) que dieron a Vigo Lucas y Marisa, una familia que creció y podría constituirse en nación por sí misma: con abogados, arquitectos, médicos, ingenieros... y casi todos en su tiempo amantes del surf. De los 14, se fueron ya tres pero no su memoria. Ahora Miguel, uno de los nuestros.

Y con 96, José Rivera, de la tienda

A veces esta sección, que tiene especial memoria de Vigo, se nos convierte en lugar de despedida. Sí. Ayer despedimos a Renate von Eitzen, hoy nos tocó Miguel Irisarri pero no podemos olvidarnos de José Rivera Cousiño, un hombre que nos ha visto crecer a generaciones de vigueses del barrio viejo desde esa tienda suya Alimentación Rivera frente a la Colegiata. Jose murió cumplido, con 96 años y casi hasta el final pegado a su tienda aunque le hubiera relevado su hijo José, y ahora estuviera ya ahí su nieto. Nacido en 1927 y venido a Vigo de Maceira a los 15 para ganarse el pan que faltaba en casa llevando pedidos en otros establecimientos, carretilla andante en tiempos de posguerra y racionamiento, luego se independizó con esta tienda tan pequeña como bien surtida, una especie de céntrico Corte Inglés diminuto en que siempre despachaba con una sonrisa. Se le quiso.

Esther y Alba. ¡Vaya mercadillo!

Pero la vida sigue y tenemos, tras honrar a los muertos, que seguir hablando de los vivos. Vivas y muy vivas están Alba y Esther, a las que yo conocí en la otra vida e una sesión de sexo (tuppersex) en la barra de A Pola como la Yenny y la Yumi y como coristas del grupo Alféizar. Pasó el tiempo, alguna ya es madre y hay algo que organizan hace años, que nunca les falla y que siempre mejora su oferta bajo el nombre No todo el pescado está vendido: el mercadillo artesanal en la plaza del Calvario, en el que, si habitualmente hay pescados y carnes frescas, ese día todo eso desaparece para sustituirlo por otros productos frescos pero de pintura, ilustración, textil, joyería, serigrafía… y ahora se añade un espacio dedicado al mercado textil y a la cantina, con Pasito a pasito y Outro Conto. Y música por doquier, claro. ¡Será el día 3, domingo!