Crónica Política

Los (escasos) fondos

Javier Sánchez de Dios

Javier Sánchez de Dios

Tenía razón el clásico cuando dejó escrito que “en este mundo traidor nada es verdad o mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. También resulta opinable, por supuesto, pero hay ejemplos que podrían demostrar al menos una cierta veracidad. Por ejemplo, cuando se habla de los fondos europeos, su destino y criterios de reparto.

Item más: también cuando se discute el nivel de su justicia distributiva en cualquiera de los dos grandes bloques en que parecen dividirse: los Next Generation y por supuesto, los que habrían de dedicarse a la reestructuración de las economías y sectores más dañados por la pandemia del COVID-19 y sus daños colaterales. Pero sean cuales fueren los colores del cristal, procede recordar los versos para evitar en lo posible la confusión y los errores.

Ocurre que los fondos europeos, aparte de su enorme volumen, inducen a algunos de los dos riesgos, e incluso más, sobre todo si no se ponen en proporción con sus objetivos. Y lo demuestra el dato que acaba de publicar FARO DE VIGO acerca de la captación de recursos del primero de los dos bloques generales: Galicia ha logrado captar de los Next Generation un total de trescientos millones de euros para Investigación y Desarrollo, el famoso I+D que tantas veces se reclamado por tantos.

Es una cifra impresionante, desde luego, pero si se considera que para el conjunto y objetivos varios e esa parte de los recursos –más menos sesenta mil millones, cien arriba o abajo– la perspectiva cambia bastante. Y conste, una vez más, que se acepta lo de que a nadie le amarga un dulce, y la cifra destinada a Galicia lo parece, pero tampoco se puede negar que este Antiguo Reino tiene en aquellos dos terrenos, un retraso importante que necesita más para acelerarlo y colocarse a un nivel que permita competir con eficacia.

Cuanto queda expuesto, que desde luego es opinión personal, no constituye una queja ni tampoco refleja complejo alguno en línea con el llamado “victimismo”. Sólo resulta un punto de vista para reclamar, una vez más, del Gobierno gallego más ambición y menos subvenciones y golosinas preelectorales y al central un mínimo de transparencia para que los ciudadanos, y sus comunidades, conozcan al menos los criterios y los objetivos auténticos de los famosos fondos. Que por cierto tiene permiso –el Gobierno del señor Sánchez– parlamentario para manejarlos según su criterio, permiso obtenido gracias a Vox, hoy en día palabra y grupo maldito para Moncloa. Y, por cierto, permiso que hace que los recursos que llegan aquí sean más bien escasos para las necesidades reales.

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