Desmitifican la figura de Kissinger

Acaba de cumplir un siglo de vida

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Los grandes medios de comunicación estadounidenses han mostrado casi siempre un trato reverencial hacia el ex secretario de Estado y ex consejero de Seguridad Nacional de EE UU Henry Kissinger, que acaba de cumplir un siglo de vida. En otras latitudes, sobre todo en América Latina, Kissinger ha pasado, sin embargo, a la historia como el siniestro instigador de golpes de Estado tan sangrientos como el que llevó al poder en Chile en 1973 al general Augusto Pinochet.

Pero ahora, un periodista y un historiador estadounidenses han publicado sendos libros que desmitifican la figura de ese político estudioso de Metternich y, ¡agárrense!, premio Nobel de la Paz, precisamente el año del pinochetazo, por los acuerdos de paz de París que pusieran fin a la guerra del Vietnam.

Indagando en los archivos del Pentágono y entrevistando en doce aldeas remotas de Camboya a más setenta y cinco testigos de los bombardeos norteamericanos contra ese país durante la guerra del Vietnam, el periodista Nick Turse averiguó que el número de civiles muertos allí por EE UU fue muy superior al que se creía hasta ahora: al menos 150.000 (1).

El bombardeo de Camboya fue una guerra no declarada e ilegal de EE UU, que el propio Kissinger justificó en su día como de autodefensa porque se trataba de eliminar los espacios donde pudieran encontrar refugio las guerrillas comunistas del vecino Vietnam.

Los bombardeos, bien desde aviones y helicópteros o con la artillería, seguían órdenes del presidente Richard Nixon, que Kissinger recogía y transmitía a su vez a su ayudante militar, el general Alexander Haig, todo lo cual está documentando en transcripciones oficiales ya que el obsesivo Kissinger, al igual que Nixon, lo grababa todo.

“Se han publicado varios libros que desmitifican la figura de este político, premio Nobel de la Paz, ¡el año del pinochetazo!”

En las aldeas camboyanas, según contaron a Turse los supervivientes, nadie podía entender por qué los estaban bombardeando cuando su país no estaba en guerra: en cualquier momento aparecía de pronto en el aire un helicóptero artillado, desde el que se trataba de eliminar todo cuanto se moviese.

Turse reunió los testimonios de camboyanos que habían perdido así a padres, hermanos y otros familiares, y a su regreso a EE UU preguntó al propio Kissinger cuál había sido su justificación, a lo que ese reaccionó con sarcasmo y con ira.

Aquellos bombardeos solo sirvieron para ayudar al movimiento camboyano de los jemeres rojos, que hasta ese momento había sido casi insignificante, a reclutar a cada vez más gente hasta lograr derrocar al corrupto régimen proamericano del general Lon Nol y llevar luego a cabo uno de los mayores genocidios de la historia con dos millones de muertos.

Para el historiador de Yale Greg Grandin (2), entrevistado, al igual que Turse, por el programa de televisión en internet “Democracy Now”, son, sin embargo, muchos, además de Kissinger, los “criminales de guerra” de EE UU que nunca han tenido que pagar por sus crímenes. Ese trato se reserva para los africanos o los políticos de los Balcanes.

Pero Kissinger siempre ha sido reverenciado por los grandes medios de comunicación de la superpotencia, lo que se debe en parte a la maestría con la que ha sabido jugar con la prensa y superar incluso un escándalo político tan grave como el del Watergate, que hizo caer a su presidente.

Según Grandin, en realidad fue Kissinger quien convenció al republicano Richard Nixon para que llevase a cabo el acoso ilegal de opositores políticos, funcionarios y activistas, utilizando para ello organizaciones policiales y servicios de inteligencia.

Al final de su larga carrera gubernamental, Kissinger fundó la consultora que lleva el nombre de “Kissinger Associates” y que, en opinión del historiador de Yale, funciona como “conserje de las elites globales”, ayudándolas en sus campañas de privatización de industrias y servicios públicos tanto en Latinoamérica como en el Este de Europa y en la propia Rusia.

(1) Lo cuenta en su reportaje “Kissinger´s Killing Fields”, publicado en “The Intercept”.

(2) Autor de “Kissinger’s Shadow: The Long Reach of America´s Most Controversial Statesman”.

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