Cuatro Cosas

Paco Vedra n n n n n n

Flipad, flipad, que como sea exacta –o casi– esa historia que cuenta en la Villa y Corte –o sea, en terreno isabelino, antes políticamente territorio comanche– se va a armar la del Olimpo. Porque en un lugar de Galicia cuyo nombre casi nadie quiere citar, no ha mucho tiempo se quemaban documentos que, parece, eran contratos pequeños, que no necesitan cumplir controles, pero que, según quien los maneje, pueden ser más peligrosos que un cocodrilo en la bañera. Ojo.

Avecilla echó mano de sus mejores fuentes y obtuvo un “algo hay”, tartamudeado, lo que se explica por los nervios del topo que, a pesar de su veteranía estaba más nervioso que la novia de Drácula. Por eso se animó el pajarillo a creerle: si hubiera sido una fake news, de esas en el más puro estilo Trump, habría llegado adornada con todo lujo de detalles, incluso algunos con calificación “X”. Y, como se sabe, aquí de eso, ni pío, como diría el pájaro. ¿Eh?

Eso sí: aquí, en Galicia, do habría ocurrido la cremá papelera, también hay una subhistoria rosa que manda caralho. El día que alguien se anime a contarla con pelos y señales, lo mismo es el primer millonario que ingresa en una cárcel de verdad. O sea, de esas que nunca pisó Villarejo, que sigue nutriendo, al parecer, historias galantes por doquier. Y del que dicen que es de los pocos que sabe por qué España cambió de política y se alió con Marruecos. Vaya tela...

Aquí, fratres, hubo una época –hace bastantes años atrás: ahora son más cuidadosos– en la que notables poncios, a pesar de sus cautelas, eran vistos por miradas indiscretas de camino a algún meublé, y era tan osado y temerario que anunciaba su llegada por un teléfono que con el debido manejo resultaba ser como un megáfono en la feria del pueblo. ¡Ah...! Y no hagáis cábalas. Sigue vivo, pero está ya para el arrastre y, además, no era el único tenorio. ¿Capisci...?

Flipad, flipad, que como sea exacta –o casi– esa historia que cuenta en la Villa y Corte –o sea, en terreno isabelino, antes políticamente territorio comanche– se va a armar la del Olimpo. Porque en un lugar de Galicia cuyo nombre casi nadie quiere citar, no ha mucho tiempo se quemaban documentos que, parece, eran contratos pequeños, que no necesitan cumplir controles, pero que, según quien los maneje, pueden ser más peligrosos que un cocodrilo en la bañera. Ojo.

Avecilla echó mano de sus mejores fuentes y obtuvo un “algo hay”, tartamudeado, lo que se explica por los nervios del topo que, a pesar de su veteranía estaba más nervioso que la novia de Drácula. Por eso se animó el pajarillo a creerle: si hubiera sido una fake news, de esas en el más puro estilo Trump, habría llegado adornada con todo lujo de detalles, incluso algunos con calificación “X”. Y, como se sabe, aquí de eso, ni pío, como diría el pájaro. ¿Eh?

Eso sí: aquí, en Galicia, do habría ocurrido la cremá papelera, también hay una subhistoria rosa que manda caralho. El día que alguien se anime a contarla con pelos y señales, lo mismo es el primer millonario que ingresa en una cárcel de verdad. O sea, de esas que nunca pisó Villarejo, que sigue nutriendo, al parecer, historias galantes por doquier. Y del que dicen que es de los pocos que sabe por qué España cambió de política y se alió con Marruecos. Vaya tela...

Aquí, fratres, hubo una época –hace bastantes años atrás: ahora son más cuidadosos– en la que notables poncios, a pesar de sus cautelas, eran vistos por miradas indiscretas de camino a algún meublé, y era tan osado y temerario que anunciaba su llegada por un teléfono que con el debido manejo resultaba ser como un megáfono en la feria del pueblo. ¡Ah...! Y no hagáis cábalas. Sigue vivo, pero está ya para el arrastre y, además, no era el único tenorio. ¿Capisci...?