Crónica Política

El último aviso

Javier Sánchez de Dios

Javier Sánchez de Dios

A juzgar por el exhaustivo trabajo volcado en la macroencuesta publicada ayer por FARO DE VIGO y. aun teniendo en cuenta que los sondeos son como dicen algunos de las armas –que las carga el diablo–, podría obtenerse al menos una conclusión, siquiera desde un punto de vista personal. Y es que los gallegos y gallegas consultados parecen haber distinguido con claridad, a diferencia de algunos de sus líderes, para qué se les llama a las urnas el próximo domingo. Y no es para mudar el Gobierno central, sino para pronunciarse acerca de la gestión de las Corporaciones locales. Obvio, aunque hay quien se confunde de objetivos prioritarios.

En ese sentido, parecen haber quedado en el limbo tanto la desmesurada propaganda oportunista del presidente Sánchez como el desafortunado intento del centroderecha de identificar el voto al PSdeG con el apoyo a don Pedro. En ese sentido, y a una semana vista de las urnas, la encuesta parece el último aviso para quienes han insistido en mezclar el sentido final de los votos, varíen el rumbo y aprovechen la oportunidad que aún les queda para enderezarlo. Porque los datos que apunta FARO significan, a vuela pluma, que las cosas quedan, o quedarán, más o menos como están: en las grandes ciudades –o sea, entre la mayoría de la población– la izquierda conforma un bloque difícil de batir.

En las villas medias y los municipios menores, los Populares pueden mejorar un poco, pero mantienen su soledad política y, por tanto, en el todo o nada, logran lo segundo antes que lo primero. Es un panorama que, a falta de la encuesta definitiva –que es la del próximo domingo–, confirma que Galicia ha entendido bien a qué tipo de elecciones se la llama y por eso el panorama podría quedar más o menos como hasta ahora. Aquí se trata de ratificar o renovar Alcaldías: la extrapolación, si acaso, se queda para las comunidades que elegían a sus gobiernos. De ahí que, si el pronóstico –y los datos estadísticos– se cumplen, permiten sugerir por lo menos otras tres conclusiones.

La primera, que el PP no logrará sus objetivos básicos, y eso le puede crear problemas en zonas diferentes del territorio. En Vigo, por ejemplo, su crecimiento en un concejal demostraría que hay allí “poco partido y mucho alcalde”; en Pontevedra sigue sin entender que, en según qué cosas, la derecha tradicional puede votar a nacionalistas o socialistas. Pasa en la ciudad olívica, y también ocurrió en A Coruña cuando Paco Vázquez. Aparte de que, y ya se advirtió, el resultado llevaría a un acuerdo PP-PSOE para que gobierne la lista más votada o Jácome, que aun bajando pueda tener la última palabra. Y menudo lío. Sobre todo, después de los vade retro expresados por los grupos mayoritarios.

Siempre desde la opinión personal, la macroencuesta de FARO permite concluir que quienes, en la socialdemocracia gallega, han criticado al secretario general del PSdeG quizás fallen: la moderación del señor Formoso, y su prioridad gallega, le puede dar la posibilidad de mantener a su partido como primera fuerza local del país, e incluso, en el futuro, de compensar aquí el llamado “Efecto S”. Y, en fin, el gran trabajo de este periódico permite avanzar otra conclusión, que si esa suerte de aviso no es captado por el partido hegemónico en Galicia, puede ser realmente el último: el paso del tiempo desgasta, y mucho más cuando no se reacciona en el momento debido. Y, por supuesto, el excesivo optimismo y las expectativas demasiado altas a veces frustran los sueños, como le podría ocurrir al BNG, que crece, pero no lo bastante. Al menos por ahora.

Suscríbete para seguir leyendo