DE UN PAÍS

Con estilo propio

Luis Carlos de la Peña

Luis Carlos de la Peña

La todavía joven democracia española ha reconocido un protagonismo singular al PSOE en la construcción del municipalismo moderno. Como es lógico, los socialistas no estuvieron solos en este empeño. Alcaldes populares, nacionalistas del PNV, de Esquerra Republicana y de la extinta Convergencia en Cataluña; de los comunistas y movimientos izquierdistas, como los todavía vigentes en Marinaleda (Sevilla) u Oleiros (A Coruña), son ejemplos señalados de una vocación específica por la gestión en los ámbitos más próximos a la ciudadanía. El nacionalismo gallego, refractario por tradición histórica a este eje de actuación, sólo en las últimas décadas empieza a tomar conciencia de su importancia.

Con la excepción simbólica de Domingos Merino en la alcaldía de A Coruña (1979-1981), será en Allariz donde el BNG construya, desde 1989, un modelo de gestión municipal integral y con singular personalidad. La villa del Arnoia sigue siendo ejemplar en la innovación y el aprovechamiento de los recursos propios en medio de un entorno a punto de desintegrarse por la despoblación y el envejecimiento. No está sola. Los nacionalistas mantienen 29 alcaldías; Pontevedra es ya un caso de estudio, Tomiño y Carballo se consolidan como realidades municipales de gestión dinámica, buenos servicios y consiguiente atractivo residencial. No es exagerado decir que en las localidades donde los nacionalistas gobiernan se identifica un estilo propio de rasgos comunes: el cuidado del medio ambiente y del paisaje, la ordenación urbana, la oferta cultural, la atención al idioma, la participación vecinal o las políticas de género.

Este buen hacer de los nacionalistas en los ayuntamientos se ve en ocasiones ensombrecido, o incluso postergado, por el objetivo máximo de gobernar Galicia. El BNG actúa todavía como una vanguardia política con la misión, improbable y un tanto antipática, de redimirnos de nosotros mismos. Durante décadas el pensamiento nacionalista culpó al supuesto colonialismo español, a las multinacionales extractivas y al autoodio, del atraso del país. La experiencia democrática, la participación institucional y las tareas efectivas de gobierno en distintos niveles, han limado algunas aristas de aquella visión demasiado ideologizada y victimista. La experiencia de gobernar y la consiguiente generación de alcaldes y concejales habituados a dialogar enfrentándose a problemas prácticos concretos, va permeando al Bloque, aportándole una toma de tierra para el mejor conocimiento de Galicia y de la ciudadanía plural.

En última instancia, la cita del 28-M es una oportunidad para que el BNG acentúe su apertura a la sociedad, incorpore más diversidad y explique lo que de bueno está haciendo allí donde gobierna: el legado que aporta ya al municipalismo.