Cigala de Galicia. Tenemos la obligación de cuidarla

Alberto González-Garcés*

Creo que a todos nos gustan muchísimo las cigalas. A mí me entusiasmaban aquellas imponentes cigalas que genéricamente llamábamos “de Marín”. Grandes, de un maravilloso aspecto y color, y sabrosísimas. Pero, como consumidor, hace tiempo, años, que me cuesta encontrar esas espectaculares cigalas gallegas.

Viene esto a cuento ya que estos días leía noticias de prensa que comentaban un reciente estudio científico sobre la cigala del norte de Portugal, Galicia y el Cantábrico llevado a cabo por investigadores del Instituto Español de Oceanografía de A Coruña, Cádiz, Santander y Vigo, en el que también participan investigadores de Suecia, Dinamarca y Portugal. Las informaciones de la prensa me preocuparon tanto que leí directamente el artículo científico y comprobé que las reseñas de prensa estaban magníficamente hechas y reflejaban fielmente las conclusiones del artículo científico. Es decir, que desde los años 90 del siglo pasado cada vez hay menos cigala en nuestras costas.

El artículo científico analiza la evolución de las capturas, incluyendo descartes, y de los índices de abundancia de cigala en el mar, obtenidos en campañas científicas a bordo de barcos de investigación. El estudio se llevó a cabo en las tres “unidades funcionales” (podríamos llamarles poblaciones, o stocks, para entendernos mejor) que se encuentran en las aguas comprendidas entre Lisboa y Francia, incluyendo Galicia y la mayor parte del Cantábrico.

En él se ve como las capturas de cigala han caído brutalmente desde los primeros años 80. Pero también nos dice que la abundancia actual de cigala en el mar, estimada a partir de los datos obtenidos en las campañas de investigación, es muy baja, menos del 10 % de la necesaria para producir el rendimiento máximo sostenible de la cigala en el norte de Portugal y Galicia. En el Cantábrico la abundancia en el mar es aproximadamente el 50 % de la que produciría el rendimiento máximo sostenible.

El estudio llega a la conclusión, además, de que las aéreas de distribución de la cigala se están reduciendo y que cada vez se encuentran a mayores profundidades. También indica que no parece existir una relación entre los cambios de temperatura del agua del mar y la abundancia de cigala.

Es decir, tenemos un serio problema con las poblaciones de cigala de Galicia, norte de Portugal y también, aunque algo menos, del Cantábrico, debido a la sobrepesca y, posiblemente, a la destrucción de los túneles/madrigueras donde viven y se resguardan las cigalas bajo los fondos marinos.

Ante los problemas serios hay que buscar soluciones serias. Pero, en primer lugar, hay que ser conscientes del problema. Si no se acepta que existe un problema es muy difícil solucionarlo. Por eso, leer en la prensa que un asesor de la Federación Nacional de Cofradías duda de los datos usados por los científicos y que él considera que la cigala aparece en las redes en abundancia, me preocupa mucho. Para recuperar las poblaciones de cigala es necesario un gran acuerdo entre gestores y sector pesquero, con la ayuda de los científicos. Si el sector afectado no quisiera reconocer un serio problema estudiado y evaluado con abundantes y contrastados datos científicos, tendremos un serio problema.

*Instituto de Estudios Vigueses