Tensión en la vivienda

Salvador Fraga

Salvador Fraga

A falta del paraíso, la Constitución del 78 hizo de España un país más habitable. De hecho y de derecho. El derecho a la vivienda entre los fundamentales. Todo encaja. Pero ahora, vale preguntarse ¿esperar nada menos que 45 años para ver la primera Ley del Derecho a la Vivienda en democracia? ¿No se necesitó antes una columna vertebral estatal? Más allá de una exposición de motivos ¿por qué ahora?

Tensión en la vivienda

Tensión en la vivienda / Salvador Fraga*

El tema no es ninguna novedad. Las casas baratas son un clásico en la épica de crear ciudad. Vale decir, que la pesadilla de pagar las letras del piso está en la memoria familiar de los hogares de posguerra; que el apremio oprimió las costillas a varias generaciones; que las remesas frías de la emigración calentaron la economía de las apresuradas periferias urbanas. Añadir una observación importante: en este tumultuoso desplazamiento poblacional no estábamos solos en el mundo.

Según el informe ONU-Hábitat, la mitad de la población del Planeta se apiña en grandes áreas metropolitanas y a mediados de este siglo, ese porcentaje se elevará hasta los dos tercios. Ahí están ya los 37 millones de seres humanos de Tokio, seguidos por los 31 de Delhi y 28 de Shanghái, y más próximas a nuestra sensibilidad ibérica, Ciudad de México y Sao Paulo con 22 millones cada una. En esta noble locura brilla con luz propia la movilidad. Un vértigo de movilidad. Un irrefutable.

Tras este relato ¡difícil parar los pies a la cultura de trashumancia! Vigo y Galicia conocen bien dos singularidades de las que hacen historia: el Camino de Santiago y los Cruceros turísticos. Dos ciudadelas existenciales, un cosmos itinerante que, por mar o tierra, comparte materiales constitutivos. Un fenómeno en alza, cautivador, libre, fraterno, y cargado de pragmatismo económico. Ambigüedad de camino y destino: la nueva movilidad.

"La suerte de la vivienda, en el futuro, se va a jugar en el campo de la sostenibilidad"

A mi entender, asistimos a un cambio sistémico. Siempre entendimos la metrópoli urbana como matriz, alma mater residencial, razón de ser del proceso urbanizador. La función del transporte y las comunicaciones era la prestación de un servicio; servicio esencial, pero mera asistencia técnica. Aun así, la vida muda. Tanta apretura poblacional genera una explosión de itinerancia de la mano de la revolución de las comunicaciones: el enorme reguero humano desubica, en alguna parte destroza, y amenaza siempre al equilibrio global del territorio.

En el ámbito disciplinar de la arquitectura, desde la tiza de las aulas, la casa económica devoró cabezas; vivienda obrera, máquina de habitar, vivienda mínima; Bauhaus y funcionalismo, pasando por el metabolismo japones. En la actualidad, descarbonizando la vivienda, integrando vegetación, digitalización y producción industrializada. Todo un profundo esfuerzo, siempre en nombre y honor del protagonista: el usuario estable, que conoce y acaricia la casa. Pues bien, ¡ay!, si este actor cae del reparto, la vivienda está muerta.

En días que aún están despuntando, nos preguntamos qué podemos hacer. Digo: la vivienda tendrá que ser defendida de la impostura del no usuario. El sobresalto de la cara desconocida del vecino es el sobresalto de quien siente que al otro lado del diseño no hay nadie. El ritmo del transeúnte es otro programa arquitectónico, respetable, pero es otra inspiración. Una nueva punzada se suma a las ya históricas de la vivienda. En 45 años, quizá una gota colmó el vaso.

Alguna clave hay en la propia Constitución. Mientras del derecho al medio ambiente hace una defensa casi enfadada (“sanciones penales…obligación de reparar el daño causado”), del derecho a la vivienda se limita a enaltecer una tierra prometida (“promoverán las condiciones necesarias”). Dado que, en el futuro, la suerte de la vivienda se va a jugar en el campo de la sostenibilidad, la línea dura medioambiental esta llamada a convertirse en su aliada estratégica.

Una fuerza poderosa de la naturaleza: el rozamiento. Poderosísima, arquitectos e ingenieros lo saben. Es decisivo para el logro del equilibrio estático de las edificaciones asentadas en tierra firme. Asentadas al igual que nosotros, los humanos. ¿Cuál es mi sentido del rozamiento habitacional en el jardín del equilibrio general?

Me abro paso o me siento. Quien va a nacer mañana, ¿qué sello con- traerá?

*Arquitecto

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