Los astronautas de Laura

Marta Gándara

Marta Gándara

Una vez le escuché decir a Laura Ferrero que nunca se llevaría bien con alguien a quien no le gustase “Manchester frente al mar”. Me llamó la atención porque era una película que personalmente me había dicho poco. Pasado el tiempo, hace dos años quizás, me acerqué a la presentación de su libro, “La gente no existe”, en el Club FARO DE VIGO. Yo había escrito una columna sobre sus relatos y me parecía la excusa perfecta para presentarme y poder charlar unos minutos con ella. No llegué a ensayar la conversación en plan colegiala groupie, pero igual un poco sí.

Sin embargo, mientras esperaba en la cola para la firma de libros, el recuerdo de aquella frase empezó a torturarme: “Pero si no te gustó Manchester frente al mar. Le vas a caer de pena. Te mirará y se dará cuenta de que tú eres esa única persona en el mundo a la que Manchester frente al mar le dio igual”. Me lo repetí tanto en décimas de segundo que ese bucle de inseguridad me hizo pequeña, y cuando por fin llegó mi turno, apenas conseguí balbucear mi nombre para la dedicatoria del libro. Le dije bajito que yo era la de aquella columna y con la cabeza agachada me fui.

Después de leer su última novela, Los Astronautas, quizás le diría más cosas. Le contaría que también odio los plurales que dicen “te queremos”, que camuflan el miedo a la singularidad de cualquier sentimiento. Que tampoco entendí nunca ese empeño en llamar a otro elefante cuando los niños cantaban un elefante se balanceaba. Que las páginas 174 y 274 de su libro tienen que salir de un lugar mucho más profundo y mágico que de la inteligencia brillante de aquella niña de 11 años. Que tampoco soy un testigo fiable de mi propia vida si quienes la compartieron conmigo no recuerdan lo mismo que yo. Que me encanta mi madre, porque cuando estoy con ella sólo soy su hija, y se morirá una parte de mí el día que no consiga hacerla reír. Que también tuve dentro algo pequeño, bonito y mío. Y aunque ese algo ahora es más grande, más bonito y menos mío, será lo mejor que llegaré a hacer nunca.

“Los astronautas” cuenta la historia de una familia corriente que consigue interesarte por la forma tan peculiar que tiene Laura Ferrero de ser corriente. Dice un poema de Manuel Alcántara sobre el enamoramiento: “Lo de siempre se puso a ser distinto”. Pues eso sucede cuando Laura escribe, que lo de siempre se te revuelve. Hace que quieras saber más del día después, que quieras incluso meterte dentro de la historia y participar, irte de compras con ella, darle tu opinión, curarle lo triste. Porque antes de terminar, aviso, el libro duele.