Ay, el poliamor
Los obispos están preocupados por el poliamor, dice el titular. No entiendo, no les afecta. La ventaja de ser célibe es que no tienes que cuadrar agenda ni sufrir celos ni hacer regalos en los cumpleaños ni mantenerte vigoroso para cumplir según las apetencias de la multitud poliamorosa. Hace unos días el CIS preguntó por el poliamor y uno se resistió a escribir del asunto, tal vez por ser dueño de una prosa monógama, díscola pero fiel, moderna pero templada, abierta pero cerrada por algunos poros. Pero tras la encuesta han llegado las reacciones. Y, claro, un columnista no puede resistirse a las nuevas tendencias.
Resulta que un amplio porcentaje de españoles son partidarios del poliamor. A ver, señores, menos lobos. Tal vez la pregunta fue eso: ¿es usted partidario del poliamor? y, claro, todos respondemos sí. También soy partidario de la fabada con extra de morcilla y no significa que la comería ahora mismo. Otra cosa es que entren en los adentros de tu pareja. En los adentros entendido como pregunta del encuestador, no nos confundamos.
El CIS ha pasado de inflar el número de votos para el PSOE a adjudicarnos conductas picaronas, de pillinas y pillines, de aquí te pillo, aquí te amo. Para empezar, poliamor es una palabra muy larga, así que de entrada da pereza. Eso por no hablar de que va teniendo uno una edad en la que la acrobacia soñada en la cama es poder dormir de ambos lados. Si el amor cansa y el desamor destruye, no digamos lo que puede hacer con nosotros el poliamor: arruinarnos, vivir sin vivir, repartir cariño que no tenemos ni para nosotros y acabar envidiando al que lleva una vida tranquila. Que no monótona. El poliamor es querer mucho a tu perro y a tu hijo, a tu excuñada, a tus primos de Fuenlabrada y a tu madre sin que sean amores incompatibles. Pero el CIS se refiere a las relaciones de pareja pero felices los cuatro. O los cinco. Asombra tanto partidario. Muchos lo confunden con ser moderno. Pero fornicar con varias o varios a la vez durante un tiempo es algo muy antiguo. De hecho hemos poblado la tierra por no quedarnos tan tranquilamente en la cama con nuestro santo o santa y sí salir por ahí de caza. Zas, un mamut. Zas, un desahogo en el bosque.
Mucho poliamoroso de vocación, poliamoroso de sábado noche, cuando la vida también son los martes por la tarde o los jueves por la mañana. Lo máximo que tenemos que aportar a esta cuestión es proclamar que cada cuál polihaga lo que le dé la poligana. Que hay que querer mucho a todo el mundo menos al moralismo, a los enteraos y a los esaboríos y que hay que ser sincero en las encuestas. O abrazar al encuestador.
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