DE UN PAÍS

Besteiro en la “pole”

Luis Carlos de la Peña

Luis Carlos de la Peña

José Ramón Gómez Besteiro ocupa la pole, ou a pola, en la parrilla de salida de quienes estarán en la pomada de la política gallega durante los próximos meses. Cumple con tantos de los requisitos necesarios, que es difícil imaginar una persona mejor situada para disputar las primarias dentro del PSdeG. Las circunstancias del momento inclinarán la balanza, pero hasta los años de ostracismo juegan a favor de su persona. ¿Será suficiente?. Más allá del morbo mediático de si será o cuándo será, de Besteiro se espera con inmediatez un discurso a la altura del país, de Galicia. De hecho, la Delegación del Gobierno es una magnífica plataforma para aterrizar en los asuntos que hoy preocupan a la sociedad gallega y que tienen en Pedro Sánchez a un protagonista inexcusable.

Ni Rueda ni Pontón darán los retóricos cien días de cortesía para que Besteiro estudie los dosieres pendientes. El tiempo apremia, la competencia es cerrada y al nuevo flamante delegado del Gobierno la ciudadanía le va a exigir concreción, interlocución fluida con la sociedad y los distintos ministerios y ejecución de los compromisos presupuestarios y políticos. Son muchos los frentes abiertos, de la pesca a las infraestructuras, ahora también la vivienda, pero los fondos europeos para la recuperación son quizá el capítulo que va a requerir un mayor esfuerzo de gestión, en Madrid y en Santiago, y de implementación en el tejido empresarial e industrial en particular.

Los precedentes de nuestra política quizá lleven a Besteiro, junto a Pontón y Rueda, a enredarse en las descalificaciones mutuas habituales y la guerra de guerrillas constante, pero haría bien el experimentado expresidente de la Diputación lucense en mantener, en la medida que la disputa política en la distancia corta lo permita, las líneas de su terreno de juego. Estamos tan necesitados de gestión práctica, ejecución de presupuestos y cumplimiento de las ambiciosas estrategias, que el potencial candidato Besteiro debiera saber orillar tanto las añagazas de sus opositores como la impaciencia de los propios compañeros.

Sería insufrible para la inteligencia progresista del país que Besteiro malbaratara la ilusión generada con su regreso a la política, recreándose indefinidamente en las cábalas al respecto de su futuro o acomodado en el papel de simple recepcionista de ministros. Necesitamos un gobierno del Estado que sea ejecutivo, que cumpla sus promesas y expectativas. El previsible futuro candidato socialista a la Xunta está en una posición clave para canalizar y acelerar, en su caso, este caudal imprescindible para Galicia. También para acreditar un estilo político diferencial.

José Ramón Gómez Besteiro ocupa la pole, ou a pola, en la parrilla de salida de quienes estarán en la pomada de la política gallega durante los próximos meses. Cumple con tantos de los requisitos necesarios, que es difícil imaginar una persona mejor situada para disputar las primarias dentro del PSdeG. Las circunstancias del momento inclinarán la balanza, pero hasta los años de ostracismo juegan a favor de su persona. ¿Será suficiente?. Más allá del morbo mediático de si será o cuándo será, de Besteiro se espera con inmediatez un discurso a la altura del país, de Galicia. De hecho, la Delegación del Gobierno es una magnífica plataforma para aterrizar en los asuntos que hoy preocupan a la sociedad gallega y que tienen en Pedro Sánchez a un protagonista inexcusable.

Ni Rueda ni Pontón darán los retóricos cien días de cortesía para que Besteiro estudie los dosieres pendientes. El tiempo apremia, la competencia es cerrada y al nuevo flamante Delegado del Gobierno la ciudadanía le va a exigir concreción, interlocución fluida con la sociedad y los distintos ministerios y ejecución de los compromisos presupuestarios y políticos. Son muchos los frentes abiertos, de la pesca a las infraestructuras, ahora también la vivienda, pero los fondos europeos para la recuperación son quizá el capítulo que va a requerir un mayor esfuerzo de gestión, en Madrid y en Santiago, y de implementación en el tejido empresarial e industrial en particular.

Los precedentes de nuestra política quizá lleven a Besteiro, junto a Pontón y Rueda, a enredarse en las descalificaciones mutuas habituales y la guerra de guerrillas constante, pero haría bien el experimentado expresidente de la Diputación lucense en mantener, en la medida que la disputa política en la distancia corta lo permita, las líneas de su terreno de juego. Estamos tan necesitados de gestión práctica, ejecución de presupuestos y cumplimiento de las ambiciosas estrategias, que el potencial candidato Besteiro debiera saber orillar tanto las añagazas de sus opositores como la impaciencia de los propios compañeros.

Sería insufrible para la inteligencia progresista del país que Besteiro malbaratara la ilusión generada con su regreso a la política, recreándose indefinidamente en las cábalas al respecto de su futuro o acomodado en el papel de simple recepcionista de ministros. Necesitamos un gobierno del Estado que sea ejecutivo, que cumpla sus promesas y expectativas. El previsible futuro candidato socialista a la Xunta está en una posición clave para canalizar y acelerar, en su caso, este caudal imprescindible para Galicia. También para acreditar un estilo político diferencial.

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