Crónica Política

No es caro

Javier Sánchez de Dios

Javier Sánchez de Dios

A primera vista, sobre todo si se analiza como se debe, hay un cierto riesgo –ojalá que lejano– de que los presupuestos euro/hispanos/gallegos para la modernización ferroviaria del Noroeste coincidan con el criterio de algún mandamás que, en el entorno gubernamental, eludió a Galicia de la mejora de infraestructuras viarias. Y lo hizo a causa de que “no eran rentables”. De ahí que se habla de riesgos, porque los tan pintorescos calculadores citados están en el departamento de Transportes y podrían, por desgracia para esta tierra, repetir sus consideraciones hacia el proyecto del Corredor.

Cierto que es improbable, habida cuenta de que cuando hicieron esos cálculos, que nunca explicaron del todo, eligieron Asturias para reparación de la autovía del Cantábrico y, ahora, el Principado forma parte de la alianza del Noroeste, pero no está de más recordar esos “pequeños asuntos” –así los definió un cortesano de la gobernanza–, aunque solo sea por si acaso. Aparte de que, con franqueza, y si bien la cifra de 800 millones en que la Xunta calcula la Salida Sur del tren de mercancías puede parecer elevada, es ajustada a la dimensión de la obra. Y además sería útil que se aprobase cuando antes por quien corresponda, porque hoy los precios de la obra pública, al igual que las ciencias, ascienden que es una barbaridad.

Consideración esta del todo aplicable a los términos en los que el Ejecutivo anunció que enviará al Gobierno lo del AVE Vigo- Oporto –y es una pena que no añada el de A Coruña-Ferrol, que remataría de una vez el proyecto inicial–, además de la conexión del ramal Vigo/Bouzas y la Plisan y la modernización de la red del Miño. Que, por cierto, tanto necesita la Galicia sur y que permitiría además consolidar la posibilidad de un servicio de cercanías que reclama el país entero. Todo ello susceptible de un resumen al estilo de cualquier ciudadano cuando calcula el precio de las cosas: todo ello “no es caro”.

En este punto tampoco estorbará el dicho, pleno de sabiduría, muy poco aplicado por las gobernanzas que en el carpetovetonismo hispano han sido: “solo los necios confunden el valor con el precio”. Y por lo demás, y sin ánimo de profecía, es casi seguro que la oposición gallega, con la vista puesta en las elecciones –locales, pero son el primer round del combate– criticará el planteamiento. Aunque es imposible saber si será coordinado, el rechazo, entre los dos grupos de la izquierda, cuyos planteamientos son del todo diferentes: el BNG desea cuanta más inversión mejor, aunque sea difícil, para este Reino y el PSdeG, salvo la excepción de su secretario xeral, ampara y bendice cualquier cosa que decidan en la calle Ferraz.

Eso es un incordio, porque proporciona cierta legitimidad a los olvidos de Moncloa. Y que nadie se moleste demasiado porque la opinión, que lo es, se ampara en hechos demostrables, aparte de una memoria razonablemente buena. Que, dicho sea de paso, es lo que le falta al entorno gubernamental –la memoria– no solo para recordar las cifras y plazos para ejecutar sus proyectos, sino incluso dónde y a quién se los hace. De ahí, quizá, que los gallegos y las gallegas sonrían con escepticismo cada vez que la ministra de la cosa ferroviaria abre la boca.