Hace bastantes años que le escribo una columna a la Navidad y a pesar de lo repetido del tema aún me noto con palabras. Creo que resulta tan fácil porque cualquier eslogan sobre la Navidad se lo podrías estar dedicando a tu madre, a tus hijos o a tu negocio y tendría sentido. Los mejores anuncios del 2021, por ejemplo: “Tenemos que vernos mejor”, “Vivir es acojonante”, “No te quedes con las ganas” o “El mejor regalo eres tú”. Si entremezclas el nombre de cualquier Pepe o de cualquier María en esas frases, conservarían su significado.

En estos días de preaviso, pensaba que la Navidad se reduce a un gesto. Todos hemos tenido cerca a ese tipo de hombre o de mujer que sólo con su cara ya te desaprueban. Como si te faltase justo la peca que ellos valoran en una persona. Normalmente te desaprueban a ti y a otro montón de cosas que no les corresponde a ellos aprobar ni desaprobar y por eso duele. A la contra, también existen desconocidos que te miran de reojo, que te sonríen por anticipado como si vieran en ti lo que nadie ha visto jamás. Cuántas veces una sonrisa me ha parecido el mejor piropo, cuántas veces sólo he necesitado que por un momento alguien me mirase distinto. Cuántas veces hubiera preferido darlo todo de golpe por un gesto a desgastarme inútilmente por nada.

Creo que la Navidad es ese gesto. Porque te regala un “vale” para lo que quieras, porque te deja hacerlo bien desde cero, porque siempre va tuya y no te hace sentir que la defraudas. Como esa madre que dice en público que tú no roncas, que sólo respiras fuerte. Como ese amigo que en cualquier momento encuentra la oportunidad de hacer un speech a tu favor, aunque seas un auténtico desastre. Como esa abuela que defiende a su nieto a ultranza y dice que si desobedece es porque el “pobriño” se aburre. Como el abuelo que se pregunta cada Nochebuena cuánto tiempo va a estar en tu vida y lejos de ponerse triste, lo atesora.

Este año la Navidad tendrá días buenos y malos, estaremos rodeados o nos faltará gente. Quizá la ausencia de alguno de esos nombres nos anegue de pena, pero también quizás, esa manera única de echarles de menos sea para ellos su mejor alegato en el cielo, su mayor fiesta.

Días buenos o malos, pero nunca días de nada. Y la mayoría de las veces con eso es suficiente. Como dice la protagonista de Mantícora (Carlos Vermut, 2022): “En una ocasión me descubrí a mí misma parada en medio de la nada con las personas que más quería y todo estaba bien”.

Feliz preaviso, feliz Navidad. Que todo esté bien.