Opinión

La Rusia necesaria

Una prima de mi madre aprendió ruso con casi 90 para leer a los grandes poetas de ese pueblo y comprender su alma. Siendo joven me deslumbró Evtuchenko hasta que leí a un contestatario de la Revolución mucho más antiguo y radical, Maiakovski. No se puede entender el cine sin Eisenstein, el teatro sin Chejov ni la novela sin Tolstoi. Ni siquiera es posible interpretar la siniestra moral de Putin respecto del valor de la vida humana sin habérselas habido con el siniestro Raskólnikov de Crimen y castigo, de Dostoyevski, y su teoría sobre los hombres extraordinarios. El siglo XX musical tiene en su trono a Stravinski, pero quienes en lugar de emigrar se quedaron (pongamos Profókiev o Shostakóvich) lograron la gran síntesis de vanguardia y tradición. Así que debemos renunciar al gas de Rusia para no caer en sus garras, pero evitar, por nuestro bien, cualquier tentación de rusofobia.

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