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Joaquín Rábago.

Ambiente explosivo a ambos lados

Rusos y occidentales dicen querer resolver el conflicto en torno a Ucrania por la vía diplomática, pero la realidad es que hay un ambiente cada vez más explosivo a ambos lados.

Hace décadas que no existe ya el telón de acero, que la Unión Soviética es ya solo historia, pero unos y otros actúan como si no hubiera caído el muro de Berlín y estuviéramos de nuevo en medio de la Guerra Fría.

A un conocido comentarista militar ruso llamado Igor Korotschenko no se le ocurrió otra cosa que decir por televisión que había que “agarrar a Europa por sus partes”.

“Tienen que sentir nuestra mano firme, y nosotros, su pulso tembloroso”, afirmó ese idiota fanfarrón (1).

Y otro propagandista del Kremlin que obedece al nombre de Vladimir Solovjov llegó a preguntarse también por televisión quién podía asegurar que Rusia no terminaría ganando una eventual guerra atómica.

Pero la vesania nuclear afecta también a políticos de la otra parte: entre ellos está el senador republicano Roger Wicker, de Mississippi.

Este, que no es un cualquiera pues forma parte del comité de Servicios Armados y tiene frecuentes reuniones con el Pentágono, dijo el 8 de diciembre que EE UU no debería vacilar en emplear, si hiciera falta, el arma atómica.

¿Se han olvidado unos y otros de la doctrina de la destrucción mutua asegurada, que salvó a la humanidad de la hecatombe nuclear en los momentos más peligrosos de la Guerra Fría?

Es cierto que afortunadamente, el pasado 3 de enero, China, Rusia, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos afirmaron públicamente que no es posible ganar una guerra nuclear, por lo que había que avanzar en el desarme. ¿Puras declaraciones de boquilla?

Mientras tanto, los medios estadounidenses parecen convencidos, siguiendo en ello a sus políticos como hacen los rusos, de que Rusia se propone invadir inmediatamente Ucrania.

El secretario de Estado, Antony Blinken, declaró el 7 de enero que “cuando los rusos se meten en tu casa, es difícil sacarlos de allí”.

Como comenta con sarcasmo la escritora y periodista norteamericana Eve Ottenberg en la revista “Counterpunch”, esto lo dice el político de un país que mantiene tropas en Alemania y Japón desde hace ya 77 años y estuvo veinte años en Afganistán.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, amenaza mientras tanto a Rusia con sanciones, arma que, como ya sabemos, perjudica en primer lugar a los ciudadanos –en este caso también a los propios europeos– y solo sirven para reforzar a los dirigentes.

EE UU, Gran Bretaña y la OTAN continúan el rearme de Ucrania para que pueda defenderse de Rusia sin que nadie piense en cómo resolver pacíficamente un conflicto étnico-lingüístico cuyo origen está en la división de un país que tiene dos almas: la europea y la eslava.

Pues si para el presidente ruso, Vladimir Putin, Ucrania sin Rusia no es nada, para el exconsejero de Seguridad de EE UU, Zbignew Brzezinski, “Rusia puede tener aspiraciones imperiales, pero, sin Ucrania, sería solo un Estado imperial predominantemente asiático”.

Mientras tanto, países europeos hasta ahora neutrales, y a los que no les ha ido hasta ahora nada mal con esa política, como Suecia, Finlandia o Austria, consideran la posibilidad, en medio de toda esta histeria, de entrar a formar parte un día en la Alianza Atlántica.

Y, para colmo, el conflicto de Ucrania, sumado a las maniobras en torno a Taiwán y en el mar del Sur de China parece haber convencido a Pekín de que debe modernizar de modo acelerado su armamento nuclear.

Según fuentes del Pentágono, China podría disponer de mil cabezas nucleares, es decir más del triple de las que tiene ahora, para el año 2030. ¿Hay alguien capaz de parar esta locura?

(1) Citado por el semanario alemán ‘Die Zeit’

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