Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Joaquín Rábago.

Assange, Guaidó y la justicia británica

Está siendo noticia internacional últimamente la justicia británica: primero, con la decisión favorable a la extradición a EE UU del fundador de Wikileaks, Julian Assange, y luego, con la relativa al oro venezolano que custodia el Banco de Inglaterra.

Assange, a quien Washington no reconoce su condición de periodista y trata solo de espía, por haber revelado a través de Wikileaks sus violaciones de las convenciones de Ginebra y sus vergüenzas diplomáticas, sigue pudriéndose, cual peligroso terrorista, en la prisión londinense de alta seguridad de Belmarsh en espera de su entrega a EE UU.

En el caso de ser finalmente extraditado, el australiano, que pasó antes siete años como refugiado político en la embajada ecuatoriana en Londres hasta que, por presiones de Washington, el nuevo Gobierno de Lenin Moreno decidió entregarle a la policía británica, se expone a 175 años de cárcel.

"Es una vergüenza que los medios internacionales se hayan olvidado hoy de él"

decoration

Es una vergüenza que los medios de referencia internacionales beneficiados por sus revelaciones prácticamente se hayan olvidado hoy de él pese al terrible precedente que su extradición representaría para la libertad de prensa en todo el mundo.

Por si fuera poco, con la decisión desfavorable a Assange, la justicia británica falló recientemente a favor del líder opositor y autoproclamado “presidente interino” de Venezuela, Juan Guaidó, en una polémica decisión sobre si es él o por el contrario, el presidente Nicolás Maduro, quien debe controlar el oro de ese país actualmente guardado en Londres.

Se trata nada menos que de 31 toneladas del metal precioso por valor de mil seiscientos millones de euros depositados por el Estado de Venezuela –craso error, pensarán algunos, en vista de lo que sucede– en el Banco de Inglaterra.

"La oposición venezolana sospecha que Maduro quiere el oro para pagar a sus aliados"

decoration

Esta vieja institución británica desoyó la petición del Gobierno de Maduro para que se le devolviese el oro, lo que motivó una demanda del Banco Central venezolano, que el Tribunal Supremo de Londres ha rechazado parcialmente.

El Gobierno de Maduro había justificado su petición por la necesidad urgente que tiene el país de esos fondos para hacer frente a la pandemia del coronavirus y ayudar a su maltrecho sistema nacional de salud.

La oposición venezolana sospecha, por el contrario, que Maduro quiere usar el oro para pagar a sus aliados internacionales, algo que niega el actual Gobierno.

Según Caracas, las reservas se entregarían al programa de desarrollo de las Naciones Unidas, que sería el encargado de comprar medicamentos y material sanitario que requiere Venezuela en este momento.

Guaidó recurrió al alto tribunal británico en contra de la entrega del oro a Caracas, argumentando que, por su condición de “presidente interino”, es a él y no a Maduro, a quien corresponde legalmente el control de las reservas.

"El oro del pueblo venezolano seguirá, de momento, en los sótanos del banco central británico"

decoration

El tribunal británico así lo reconoció en principio aunque decidió pasar la pelota a su división comercial, que deberá determinar ahora a quién corresponde devolver ese oro, decisión compleja pues, pese a reconocer a Guaidó como “presidente interino”, Londres nunca cortó las relaciones diplomáticas con el Gobierno de Maduro.

Este último considera una afrenta lo sucedido en Londres y argumenta que “tan sorprendente e irracional decisión” supone un sometimiento de la justicia británica a la política exterior de la Corona que recuerda “el absolutismo” y “viola los principios fundamentales del derecho nacional e internacional”.

Caracas ve en tan “escandalosa decisión” la complicidad de Londres con círculos de la oposición venezolana, liderada por Guaidó, y atribuye el intento de “confiscar” las reservas del Estado de Venezuela a “maniobras dirigidas desde Washington”.

El oro del pueblo venezolano seguirá pues, de momento, en los sótanos del banco central británico.

Compartir el artículo

stats