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Sobre retos y rutas

No sé por qué extraña razón, cada vez que termina un año y comienza otro, en un ancestral ritual de planificación mal entendida, nos da por hacernos promesas, asumir compromisos o proponernos actividades que al final casi nunca cumplimos. Una suerte de desafío a la voluntad que nos hace más proclives a formular retos que a completar rutas. Los líderes gallegos están dejando atrás un año de retos para afrontar uno de rutas, porque 2022, aunque parezca de transición, es un año crítico para enfrentar los ciclos electorales del 23 y el 24.

Feijóo tiene más tiempo que nadie, pero también tiene que medir mejor que nadie su apuesta; cada vez encuentra más problemas en compaginar su posición institucional de Presidente con su posición en la competición interna del Partido Popular. Porque a medida que la crítica al gobierno se hace permanente, los ciudadanos empezamos a dejar de ver al Feijóo con criterio propio y autonomía discursiva, y empezamos a ver a un líder más del PP. Y si algo diferenciaba hasta ahora a Feijóo es que no era un líder más del PP, sino uno diferente.

Lo cierto es que el riesgo de Feijóo está en que una posible victoria de Casado lo dejase fuera de juego, y eso le hace tener que zigzaguear a lo largo de la ruta; pero también corre el riesgo de apostar en exceso a la estrategia discursiva de Génova y dejar en el camino al Feijóo centrado que quieren los gallegos.

Ana Pontón ha decidido afrontar el camino con los mismos compañeros que la han traído hasta aquí. Bueno, no sé si lo ha decidido o si ha recibido una fuerte ayuda de la UPG para tomar la decisión; y aunque todo apunta a que su guardia de corps es de absoluta confianza, lo cierto es que en el control de la organización tiene algunas aristas que a lo largo del próximo año tienen que mostrar el encaje y la funcionalidad.

Pero eso es un partido; porque la historia de los partidos ha sido siempre la lucha entre la organización y los líderes; y eso funciona mientras la organización sepa que no puede poner en entredicho el liderazgo; y de eso el BNG tiene tanta experiencia como de los éxitos y fracasos que ha cosechado cada vez que ha faltado a esta regla simple. Ahora ha llegado el momento definitivo y, para todos, el camino está claro; sólo falta que nadie se canse durante el recorrido.

El nuevo líder del PSdeG, Valentín González Formoso, afronta el más difícil camino que le ha tocado recorrer hasta el momento. Su situación es la más incómoda; no está en el Parlamento de Galicia, no es conocido, viene de la política municipal, su espacio es el de la proximidad, el del cara a cara; pero la política autonómica no se juega en ese terreno, no se juega por tierra, se juega en el aire; ése es su camino ahora.

Tiene pinta de hombre tranquilo, afable, incluso campechano; si me apuran, poco político, y eso a la gente le encanta. Lo mejor que puede hacer un político es explotar lo que tiene y no obsesionarse con lo que no tiene. Valentín ya ha conseguido su reto, ahora tiene que andar la ruta; sin duda difícil; otra vez la voluntad.

*Equipo de Investigaciones políticas de la USC

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