La verdad es que la economía tiene mucho de juego perverso que utiliza la realidad y las expectativas de una forma tan aleatoria que nos pasamos el día buscando en el tablero los culpables de la situación, si es que esta no nos agrada, porque si nos afecta positivamente, de forma egoísta tendemos a mirar para otro lado. Por ello, apelando a la solidaridad obligada del padecimiento común tenemos que estar permanentemente desbrozando los matorrales de la confusión intentando interpretar informes de situación para que podamos seguir girando en los bucles que la realidad nos impone.

En el año que acaba todo iba bien ya que las expectativas en la que la hipotética postpandemia nos ponía, uniendo los recursos financieros extraordinarios de Europa, era un senda de crecimiento clara que además se unía a que en el año anterior el batacazo por la parálisis productiva había sido muy importante y eso hacía que la recuperación en términos relativos era más ventajoso para los cálculos; pero hete aquí que la descompensación provocada por los problemas logísticos internacionales, la presión en el consumo de materias primas de países en fase de desarrollo acelerado y la discontinuidad productiva de las fábricas de las grandes líneas de productos demandados por las economía más avanzadas, ha provocado, con viso de continuar al menos en el primer semestre del 22, la aparición de una fuerte presión inflacionista que hace terminar un largo período de tranquilidad en la evolución de los precios que por otra parte los financieros ya estaban aburridos de pedir que se reactivara porque de algo tiene que vivir los beneficios implícitos en las cadenas de producción.

Los entendidos dicen que la presión al alza de los precios es coyuntural y se espera, eso si con absoluta incertidumbre, que la presión bajará iniciado el año que viene por que el origen de la inflación hay que verla principalmente en el factor energético; con la consiguiente paradoja de ver que el subsector que más contribuye a la presión al alza de precios es el de los combustibles fósiles, ahora que se le había dado el boleto para entrar en el corredor de la muerte, con la anunciada pena de que no llegaremos a la mitad de esta centuria sin ver acabado todo su ciclo de vida quid pro quo con las energías renovables.

*Economista