Es verdad que a veces las luces largas deslumbran… y no permiten ver una realidad tapada con el velo de una ideología, por supuesto legítima, que acaba confundiéndonos. Los vigueses reconocemos nuestra ciudad, vaya si la reconocemos en sus cambios, que apoyamos con un voto mayoritario.

Yo no sé si la ciudadanía reconoce tanto a aquellos que hace un tiempo se fotografiaban con el PNV y CiU, tiempo después con Bildu y ERC y a las 24 horas se declaran herederos del Partido Galeguista, una auténtica apropiación indebida… aquellos que se declaran “no independentistas” hoy y días más tarde que “Galicia será más pronto que tarde una república libre y soberana”, éstas, y no otras, son las luces y sombras…

No consigo entender la inquina de algunas personas de Vigo próximas al nacionalismo a la iluminación navideña en la ciudad. No entiendo cuál ha sido en años anteriores la agresión al patrimonio urbanístico y natural de la ciudad… no entiendo que los mercadillos navideños que se hacen en toda Europa no se puedan hacer en Vigo.

Me avergüenzan mucho más las corridas de toros y los botellones masivos disfrazados de ferias francas… y me causó una mezcla de lástima y sonrisa triste las estrellas rojas sobre fondo levemente azul que alguna ciudad ensayó como alumbrado de navidad hace pocos años, el ridículo fue tal que no repitieron…

Todas las luces son bienvenidas, especialmente aquellas que han situado a nuestra ciudad como la mejor de España para vivir, según una encuesta realizada por la OCU, que hasta donde yo sé, no está dirigida por el Concello de Vigo.

Querría señalar tres cuestiones, que sin duda refuerzan la belleza de los atardeceres en nuestros miradores sobre la ría. La primera, las campañas de Navidad promovidas por el Concello de Vigo, que no son únicamente las luces, generan un clima colectivo de confianza y orgullo de pertenencia a la ciudad, que mejora la calidad de vida de todos, no es una ocurrencia. Las bondades de este tipo de políticas aparecen recogidas en cientos de estudios de políticas urbanas.

La segunda tiene que ver con el efecto económico inmediato, en términos de consumo de los visitantes, que les guste o no a algunos, se cuentan por millares cada día. Yo creo que sería recomendable salir de las cómodas posiciones de funcionarios con el salario asegurado y hablar con aquellas personas que consiguen un empleo o aquellos autónomos que solucionan la facturación del año. Aumentan los niveles de consumo, y por lo tanto la facturación, también de las librerías y editoriales…

La tercera cuestión tiene que ver con la situación y la marca de Vigo en el mundo, un tema difícil de consolidar, que suele llevar mucho tiempo y que habitualmente cuesta millones de euros en publicidad. Los “prime time” del Alcalde en medios de comunicación nacionales y extranjeros es una inversión que si tuviéramos que pagarla nos costaría cientos de miles de euros.

Yo les pediría a los intelectuales orgánicos del nacionalismo (Gramsci dixit) que se sumen al proyecto, no vaya a pasar como con la autopista del Atlántico o la pertenencia a la Unión Europea… que tengan que cambiar una vez más no sus luces cortas o largas, sino las de “posición”.

*Secretario General del PSOE de Vigo y Concejal de Cultura y Empleo