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Carmen Pérez Novo.

La supremacía del óvulo

Vivimos tiempos de crisis. Siempre las ha habido. Pero quizás ahora, desde la llegada del inesperado huésped, la cosa se ha puesto un poco peor, sobre todo, para algunas personas. Por si fuera poco, la familia también está en crisis. Cada vez es mayor el número de mujeres que viven solas. También el de las solteras que deciden tener un hijo.

Profundos cambios en los últimos tiempos. Y contradictorios. Sin ir más lejos, no hace tanto tiempo que la mujer estaba siempre condicionada por el hombre, que era el que elegía, y la soltera tenía que soportar el sambenito de mujer rara sobre la que se podían hacer bromas soeces, de vientre inútil que no había engendrado hijos. Y hoy, sin embargo, son muchas las que han decidido no compartir su vida con un hombre. Y muchas las solteras que deciden ser madres haciendo uso de una técnica de reproducción asistida. Y los hombres, entretanto, temblando. Sencillamente porque se va a poder prescindir de ellos en la fecundación.

"Y los hombres, entretanto, temblando. Sencillamente porque se va a poder prescindir de ellos en la fecundación"

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En cuanto despejemos un poco el camino y los gobiernos no malgasten el dinero público e inviertan en desarrollo científico se va a poder reemplazar el espermatozoide por un gameto inmaduro o incluso por una célula somática ¿Qué, ustedes, caballeros, prefieren que sigamos adormilados, dejándonos lavar el cerebro por estos líderes políticos de pachanga, soportando los efectos de la corrupción económica con esas terribles medidas que bla, bla, bla?

Pues lo siento. Me temo que el óvulo, con su gran supremacía, no va a permitirlo y, a la vuelta de la esquina, se va a poder realizar la clonación; o sea que dos mujeres podrán tener hijos biológicos mediante la fertilización de dos óvulos, uno de cada miembro de la pareja, o clonándose una de las dos y realizando el desarrollo del embrión en el útero de la otra, o de ambas a la vez.

Parece mentira que con todo este poderío haya mujeres que convivan con “patrones”, agresivos, incapaces de comprender que nadie es posesión de nadie y que ambos tienen los mismos derechos. Por eso, mujeres, acabemos de una vez por todas con la sumisión psicológica absoluta. Y, entretanto, yo me quedo con una frase que he escuchado en más de una ocasión en la consulta: “Que se fastidie el muy tontorrón, él me pondrá los cuernos, pero el segundo no es hijo suyo”.

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