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Francisco García.

Billete de vuelta

Francisco García

La ideología de la cultura

Existe en este país, muy vinculada al discurso de la superioridad moral de la izquierda, cierta tendencia a considerar intelectuales a todos los integrantes del mundo de la cultura. Y ciertamente la intelectualidad es por definición culta y cultivada. Metamos en este saco preferente a escritores, pensadores y filósofos. Pero se tiende a considerar cultura al mundo del espectáculo y en esencia lo es, pero no todos, ni siquiera la mayoría, de los actores, faranduleros, titiriteros y comediantes merecen arrogarse semejante calificativo. Da igual cuál sea su ideología, por mucho que la mayoría de los artistas se autoproclamen de izquierdas. Así, ¿ha de tenerse por culto al cantante devenido en presentador de éxito Bertín Osborne, por citar a uno de los que milita en el bando de la derecha política y social? ¿Lo es Anabel Alonso, actriz que engrosa las filas militantes de la otra bancada, activista de las redes sociales? Lo único que tienen en común ambos personajes es que proceden del artisteo militante y son duramente atacados por sus detractores. De manera que quienes apoyan ideológicamente a Bertín detestan fieramente a Alonso; y viceversa. Otro ejemplo más de la polarización que engangrena a la nación.

La cultura no se mete en política salvo para dar la razón al Gobierno; a cambio, el Gobierno no se mete en la cultura, salvo para subvencionarla, premiarla u otorgarle honores. Y eso ocurre independientemente del color político de los gobernantes. Existe una cultura (o tal vez mejor una pseudocultura) afín a la derecha y otra bien distinta, del color que le pinta la izquierda. La cultura con mayúsculas debería ser asépticamente comprometida y no utilizarse con fines ideológicos. La cultura adoctrinada nunca es libre ni puede ser crítica.

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