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Ánxel Vence.

crónicas galantes

Ánxel Vence

Marx y la líder más popular

El líder político mejor valorado de España es una ministra gallega y comunista, lo que no deja de constituir una doble rareza. Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno, supera en popularidad al propio presidente Sánchez, si hemos de creer a los sondeos con los que el CIS indaga periódicamente en el ánimo de la población.

Tiene particular mérito el dato si se observa que Díaz milita en una coalición como Unidas Podemos, que lleva ya largo tiempo agostándose en las urnas. En realidad, la vicepresidenta procede de Izquierda Unida, la rama más ortodoxa del marxismo español y acaso la menos vinculada a los rasgos populistas de UP. Sigue en el PC, por más que estas siglas evoquen la idea de un ordenador personal antes que la de un partido para las jóvenes y no tan jóvenes generaciones.

También su estilo indumentario, muy encomiado por las revistas de moda, se desvía claramente de las tendencias un poco setenteras de sus aliados de Podemos. Ella misma lo aclaró al hacer notar que su padre, un histórico sindicalista, solía recurrir a la corbata en actos institucionales. “Los comunistas somos así: respetamos las instituciones”, confesó, no sin razón, en una entrevista. Basta echar un vistazo retrospectivo a los trajeados miembros del politburó de la URSS para comprobarlo.

A diferencia de su antecesor Pablo Iglesias, mucho menos popular entre el gentío que responde a las encuestas, Díaz sí pertenece al Partido Comunista. No lo oculta ni hace alarde de ello. Y hasta sugiere que los “auténticos socialdemócratas” son hoy, en España, los comunistas; y no el PSOE. De ahí, quizá, las sospechas de que acabará por pasarse al partido fundado por su paisano Pablo Iglesias, el viejo. Otros dieron ese paso antes que ella, de modo que lo único que se sabe es que nunca se sabe.

La ministra gallega Yolanda Díaz supera al propio presidente Sánchez en popularidad

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No obstante, la popular líder ha dejado claras sus preferencias ideológicas al prologar una nueva edición del Manifiesto Comunista de Carlos Marx. En ese prefacio, Díaz califica de mágico e inagotable el texto marxista y alaba su poder transformador en defensa de la democracia y de la libertad.

Comunista y estilosa, sonriente y poco dada a la bulla, Yolanda Díaz se ha creado un perfil propio que acaso explique la notable popularidad que le atribuye el CIS en sus barómetros de entretiempo. No parece lógico que sea el dirigente partidario mejor valorado en una España que vuelve a dividirse entre rojos y fachas; pero eso habla precisamente de su tirón personal, más importante que las ideologías en tiempos de la tele, Una buena imagen vale más que mil discursos.

Tanto es así que su principal contrincante no está en la oposición ni aun en los empresarios, sino en el Gobierno del que forma parte. Otra de las vicepresidentas, también gallega, representa a la rama socialdemócrata del capitalismo y, en consecuencia, es su némesis. Nadia Calviño no oculta, ni bajo la mascarilla, el asombro que le producen algunas de las afirmaciones de su colega y paisana; aunque tampoco levante el mismo fervor que Díaz entre los encuestados.

Al final, puede que se trate de elegir entre dos formas de la socialdemocracia imperante en Europa: la que procede del viejo y demodé PC de toda la vida y la más clásica patroneada por la tecnócrata Calviño. Sorprende un poco, si acaso, que la primera vaya ganando en las encuestas.

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