El lunes 26 de abril, mientras estaban rodando un documental acerca de la lucha del Gobierno de Burkina Fasso contra la caza furtiva, los periodistas españoles David Beriain y Roberto Fraile fueron asesinados en una emboscada perpetrada por un grupo terrorista vinculado a Al Qaeda, que ha reivindicado el atentado.

Aunque la autoría de los asesinos no es baladí, lo realmente importante es que David y Roberto fallecieron en un acto de servicio. El periodismo es una profesión de servicio público porque la información es crucial para la libertad, el pluralismo y la transparencia. Los dos sabían que, en su profesión, y más por el contexto en el que trabajaban, sus vidas corrían peligro. Los dos conocían la dureza de los conflictos armados, de la guerra y de la inseguridad que se vive en zonas como Alepo, Irak, Colombia o México, cuando hay que introducirse en zonas en las que operan terroristas, narcotraficantes, guerrilleros, paramilitares y un sinfín de grupos mafiosos que hacen de la muerte su negocio. Me parece conveniente tener un recuerdo suyo cuando va hacer un mes del hecho.