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Salvador Fraga opinador

AP-9: ¿qué ocurre a sus espaldas?

El arquitecto vigués Salvador Fraga Marta G. Brea

El Plano General de la Bahía de Vigo, de Eduardo Cabello, es especial; es una muestra de aguda conciencia del lugar. En 1910, comprendió que para representar y entender el borde litoral y portuario (una mínima cenefa sumamente estrecha) había que conocer y tratar lo que ocurre tierra adentro. El plano, en una caricatura veraz, apila montes y afila los escasos pasillos naturales de acceso; el plano muestra que una infraestructura como el Puerto no puede ser ajena a la accidentada topografía que cerca a sus espaldas.

AP-9: ¿qué ocurre a sus espaldas?

La AP-9 es otra infraestructura que, en cierto sentido, traza otra mínima cenefa sumamente estrecha en comparación con el extenso geográfico que la rodea: una importante Área metropolitana asentada a caballo de una orografía tan atractiva como compleja. En el plano de 1910, aún no existe puente en el estrecho de la ensenada de San Simón pero la expresividad del dibujo parece anunciarlo, exigirlo. Finalmente, en 1981 entra en servicio el Puente de Rande y con él llega la AP-9.

Sí figuraba ya el ferrocarril en el plano de Eduardo Cabello. Ferrocarril y AP-9 iban a coincidir en acceder a la ciudad central por el mismo pasillo litoral: el ferrocarril con lentitud, agazapado, y la autopista con más brío, haciéndose notar por encima. Ambas infraestructuras, a la postre, le dieron una paliza de muerte a la habitabilidad y conectividad transversal de Vigo Este. No obstante, a estas horas, lo del ferrocarril está solucionado con el túnel desde Redondela, la nueva estación del AVE y el trato casi cerrado para la futura salida sur bajo la rúa Vázquez Varela. Con la AP-9 queda algún asunto por zanjar.

El kilómetro 151 marca la bifurcación de la primera y segunda parte dentro del guion del impacto urbanístico. En principio, desde ahí la autopista entró hasta la rúa Lepanto y, después, se le dio continuidad como circunvalación hacia el sur. El derribo del “scalextric” y el recurso a algún falso túnel aliviaron las situaciones más agraviantes, no obstante, gravita mucha más Área Metropolitana a sus espaldas. A los usuarios, los radares no dejan de vigilarlos, a la infraestructura, no tanto.

Los miliarios romanos señalizaban: cada mil pasos una columna granítica, sobre todo en Galicia que está llena de vestigios arqueológicos donde, de entre ellos, sobresalen algunas singularidades artísticas. La señalización no es un gesto más, es una primera necesidad en una infraestructura ideada para llegar con seguridad a un destino cierto. Con los recursos hoy disponibles la confusión y despistes en el uso de la red no pueden ser un fastidio colateral si no una anomalía por erradicar.

En la ciudad canónica, para recibir los caminos, las puertas se engalanaban al pie de las murallas. Se hermoseaban al igual que tantos puentes. El Puente de Rande, como verdadera puerta del Área metropolitana, cuelga sobre la ría como una enseña heráldica que tras la reciente ampliación esgrime premios a su tecnología. A la autopista, por coherencia, una vez colocado el listón tan alto al cruzar la Ría, le vale la pena hacer autocrítica en la otra orilla, no desnaturalizarse, no perder el perfil de alto relieve, no renunciar a la magia del instante en el que al viajero se le deslumbra mostrando la bahía de Vigo.

Un deslumbramiento que debe vencer la tentación de la venda en los ojos. No cabe negar que a su espalda convive una ciudad económicamente en dificultades. La autopista se abre paso en un surco de desenvoltura de las deslocalizaciones, de precariedad laboral que activa los desplazamientos, sobre una subterránea mutilación de herrumbrosas industrias en apuros, en un disolverse de recursos de los pequeños negocios tras la concatenación de la doble crisis del 2008 y del coronavirus, una realidad presente en indescifrables e irresolubles cuentas familiares.

Quizás procediera intentar una cita entre administraciones y agentes implicados para acotar un terreno donde encuadrar las discrepancias, para hacer balance, para construir la antesala del acuerdo. Para intentar resolver cosas que vienen de antiguo.

*Arquitecto

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