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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los descuidos

Sin intención alguna de echar aún más leña a los fuegos –políticos: los forestales se cuentan aparte– que ya existen, no parece inoportuno recordar que lo del Brexit y sus daños sigue ahí. Y que Johnson, el premier británico, otrora descalificado por medio mundo como “excéntrico”, se va saliendo con la suya y aparenta, para los euroescépticos al menos, que su fuga de la UE no resultó como los agoreros anunciaban. Es cierto que a su tiempo y con mayor perspectiva podrá opinarse de otro modo, pero las cifras no le restan razón, por ahora, a él y los suyos, y a los que, aún quedándose en la Unión, advirtieron de que los males llegarían para todos.

Los más precavidos insistieron en el aviso de que si no se le prestaba al problema la atención y la información debidas –aparte de la preparación indispensable para paliar el primer choque–, habría daños colaterales además de los directos. Y ya llegan: este periódico acaba de informar que en dos meses, las pérdidas en el comercio exterior gallego con el Reino Unido suman 245 millones de euros, que no son precisamente una propina. Casi todos los expertos coinciden en señalar que es solo el principio y que las expectativas apuntan a estadísticas peores; e insisten en que desde el Gobierno central no se emite señal alguna que relaje la inquietud.

Cierto que los esfuerzos de los gobiernos están ahora concentrados en el COVID-19, pero lo que inquieta no es tanto el aparente olvido del Brexit, cuanto la ausencia de proyectos de “reconstrucción” que tengan en cuenta la nueva situación de España y la Europa sin el Reino Unido. Una ausencia esta que en términos mercantiles podría acabar resultando tan dañina, y hasta contagiosa, como la mutación del coronavirus bautizada por motivos obvios como la variante británica. Y que ahora mismo es la que predomina en media Europa y ante la que a nadie se le ocurriría –ni siquiera a don Fernando Simón– dejar de prestarle atención prioritaria.

En términos de Galicia, las expectativas deberían haber tenido ya en cuenta los efectos negativos, o al menos una exposición concreta de los propósitos de la Xunta para, dentro de sus competencias y posibilidades, advertir al país sobre qué ha de hacer si pintan bastos también en el comercio exterior. Porque en otros sectores ya se conocen al menos en parte: la pesca está en stand by y con perspectivas que no invitan a la alegría entre armadores, tripulaciones e industriales del sector transformador. Y en lo que se refiere a los trabajadores gallegos que residen allí, quedan más dudas que certezas sobre su futuro.

No se trata de angustiar, pero por lo que a la Economía –con mayúscula– se refiere, ahora mismo y que se sepa no hay un estudio a medio y largo plazo para evitar más olvidos. De ahí que, expuesto con franqueza, se pueda insistir en que este es un país de resolver los problemas sobre la marcha, sin demasiada previsión y aún menos prevención. Cierto que aún así avanza, pero es una lástima pensar que, quizá con algo más de sentido común, buena parte de los males –incluida la pandemia– habrían tenido mejor solución. Pero, ya que tanto se habla de la memoria histórica, procede recordar algo que sigue como si fuese un hábito consolidado: la improvisación para arreglar los descuidos. Y más vale no tentar a la suerte, porque cualquier día falla.

¿Eh…?

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