En el verano de 2015, la plataforma digital conservadora PragerU publicó una breve conferencia del historiador Ty Seidule en la que este último decía que la causa principal de la guerra civil estadounidense había sido la esclavitud. El vídeo se hizo viral inmediatamente. En veinticuatro horas lo vieron más de un millón de personas; al final de la semana ya superaba los cinco millones de visitas. Sin embargo, el contenido de la conferencia no resultaba especialmente novedoso. Hoy en día, la mayoría de los historiadores suscriben la tesis de Seidule. Lo importante era el momento en que aquel vídeo salía a la luz: dos meses después de que un supremacista blanco asesinara a nueve feligreses negros en una iglesia de Charleston, Carolina del Sur. El autor de la masacre, Dylann Roof, apareció en una fotografía con una bandera confederada leyendo el manifiesto en el que sugería los objetivos de sus crímenes. En julio de ese mismo año, Carolina del Sur retiraba la bandera confederada del Capitolio, donde ondeaba desde principios de los años sesenta. Grandes compañías como Walmart, eBay, Amazon y Sears dejaron de vender símbolos y souvenirs de la Confederación. De nuevo, el debate sobre los orígenes del conflicto decimonónico se convirtió en una batalla cultural.

Uno de los motivos por los cuales el vídeo provocó tanta repercusión fue el propio Ty Seidule, en aquel entonces jefe del Departamento de Historia de West Point. Que un coronel del Ejército de los Estados Unidos condecorado por su servicio apareciera vestido con el uniforme de gala afirmando de manera contundente que no se puede entender la Confederación sin la esclavitud era, para muchos, algo inaceptable. Algunos de los comentarios sobre el vídeo desprendían un odio desmedido. Entre los insultos y las mofas sobre el aspecto físico de Seidule, se podían encontrar también reproches al historiador por haber claudicado ante lo “políticamente correcto”, o incluso amenazas de muerte lo suficientemente serias como para tener que acudir al FBI. En 2020, el vídeo logró la cifra récord de treinta millones de visitas, convirtiéndose en una de las conferencias sobre historia de mayor repercusión mediática.

"El mito retrata a los soldados confederados como unos héroes trágicos que luchaban por preservar una 'civilización' en la que los felices esclavos convivían en perfecta armonía con sus bondadosos y comprensivos dueños"

Seidule recuerda en un libro, Robert E. Lee and Me, que no era tan difícil predecir que sus palabras acabarían generando controversia. Como conferenciante, el coronel había tenido la oportunidad de toparse con diversas audiencias que, cuando se abordaba el tema de la esclavitud y la guerra civil, tendían a responder con hostilidad. Las numerosas pruebas documentales que Seidule presentaba (declaraciones oficiales de algunos estados sureños o citas de los propios secesionistas) no parecían tener ningún interés para quienes planteaban las objeciones. “Me di cuenta de que habían elegido sus propios hechos basados en su cultura”. Esta cultura se sustenta en el mito de la “causa perdida”, perpetuado con muchísimo éxito en la literatura y en el cine (Birth of the Nation, Song of the South, Gone with the Wind), mediante el cual se retrata a los soldados confederados como unos héroes trágicos que luchaban por preservar una “civilización” en la que los felices esclavos convivían en perfecta armonía con sus bondadosos y comprensivos dueños.

Seidule, nacido en Virginia, también creció promoviendo los mitos de la Confederación hasta que un día decidió afrontar las mentiras. En su libro, escrito con un cierto tono confesional, se puede comprobar la importancia que tiene la educación en la construcción identitaria. En Estados Unidos y en cualquier otro lugar. Reconocer ciertos hechos, en ocasiones, se percibe como un rechazo de tu propia cultura. Según el historiador John Coski, la bandera confederada se usó mucho más entre la Segunda Guerra Mundial y los años setenta del siglo XX que durante la Guerra de secesión (1861-1865). No es difícil deducir entonces, al observar la aplicación del símbolo en cada uno de los contextos, qué es lo que, en realidad, se había perdido con (y se añora de) aquella “civilización”.