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El meollo

La ciudad y el Campus

En Vigo acaba de organizarse un buen cisco ante la posibilidad de que alguna titulación abandone el Campus de Marcosende para instalarse en un edificio adecuado del centro de la ciudad. Lo que el rector Reigosa ha llamado “un cambio disruptivo” para impulsar un campus urbano.

Manuel Blanco Tobío, seguramente el periodista más internacional que ha dado nunca Pontevedra a la que tanto quiso, señaló en cierta ocasión después de recorrer medio mundo, que habría sido una ciudad universitaria ideal porque tenía ambiente y vocación, “además de esa placidez y esa hiedra que distingue a las universidades americanas”.

Si el curso de la historia fuese lógico y lineal, Pontevedra tendría que haber acogido en su día la Escuela de Ingenieros de Montes en el Centro Forestal de Lourizán. Tal cosa estuvo prevista y consensuada durante mucho tiempo, hasta que a Fraga Iribarne se le fue la cabeza y ordenó su instalación en Lugo. Ahí comenzó el mal fario entre la Universidad y Pontevedra.

A principios de los años 90, cuando Santiago perdió su hegemonía y surgieron las universidades de A Coruña y Vigo, con sus respectivas extensiones, prácticamente en todas partes apostaron por los campus alejados de las ciudades. Pontevedra no fue una excepción, y el primer rector de la Universidad de Vigo, Luís Espada, no empezó a pensar en concederle alguna titulación hasta que asomó el Campus de A Xunqueira, entonces más lejos que hoy del casco urbano, aunque todavía algo equidistante.

La instalación provisional de Bellas Artes y Restauración en el antiguo Cuartel de San Fernando fue un paso en la dirección de configurar contra corriente un campus urbano en Pontevedra. Pero desde entonces, llenar A Xunqueira de edificios y titulaciones se convirtió en el gran objetivo.

La cesión por parte de la Xunta de tres plantas (5, 6 y 7) a la Universidad de Vigo en su nuevo edificio administrativo de Benito Corbal, en fase de acondicionamiento, va en esa renovada dirección de buscar un mayor acercamiento del Campus a la ciudad, tanto en Vigo como en Pontevedra.

El Meollo de la cuestión está en adivinar que acogida tendrá realmente ese “cambio disruptivo” entre la comunidad universitaria, y calibrar si el debate propuesto transcurrirá en un marco de adecuado raciocinio, como pide el rector Reigosa, alejado del maligno tufillo electoral a un año vista, que todo lo nubla y envilece, cuando no contamina el buen sentido.

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