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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los eucaliptos

A la vista de la decisión, en todo caso prudente, de la Consellería de Medio Rural sobre los eucaliptos, no estaría de más una reflexión añadida a otras, algunas ya añejas, acerca no sólo de la repercusión de esa especie sobre la salud medioambiental de los montes gallegos, sino de las posibilidades de que su explotación resulte económicamente rentable. Que, en caso de ser positiva esta segunda, y negativa la primera,, daría lugar a reabrir un interesante debate en torno a lo que convendría, en este momento y en los años que llegarán, al monte y a la gente.

De ahí que se califique de prudente la decisión del departamento de don José González “congelando” por un año –mínimo, seguramente– la decisión sobre seguir con las plantaciones previstas de eucaliptales. Por una razón sobre bastantes otras que podrían argumentarse: en caso de que hubiese más daños para todos que beneficios –por legítimos que fueren– para unos cuantos, parece clara la decisión que un gobernante responsable debería tomar: evitar los males. Y en esa consellería no falta corajes, precisamente, cuando hay que tomar decisiones.

En este punto es obligado detenese en otro componente de la decisión del Ejecutivo gallego. Porque supone poner entre paréntesis la intención, nunca desmentida tras su publicación en este periódico, de la principal firma pastera de Portugal para hacerse con superficie en Galicia con el fin de plantar aquí los eucaliptos que allí prohíbe el Gobierno de Lisboa. Prohibición por cierto que aporta pistas acerca del debate/polémica que quedó citada ya. Porque si el país vecino, asolado por los incendios en los últimos años, prohíbe la expansión de la especie citada “por algo será”, como bien dicen las gentes de este Reino como aviso.

Es cierto que doctores tiene la iglesia forestal gallega que sabrán responder a la segunda parte de la primera, es decir, a la rentabilidad de las plantaciones que ahora se suspenden temporalmente. Cierto que se ha escrito que no debieran existir dudas para elegir entre salud ambiental y beneficios materiales, porque si son incompatibles, habrá que ir más a fondo a lo que en su día definió otro conselleiro del ramo. El que fijó como objetivo “poner en valor el monte”, que comparte como tesis, aunque quizá difiera en aspectos concretos, el señor González.

Lo más probable es que, conectando de lleno con la tradición de este país, ninguna de las partes interesadas –que deberían ser, sumada toda la población, algo imposible– espere un año para organizar no un debate serio sino más bien un choque dialéctico acerca del eucalipto. De ahí, también la prudencia del plazo, que proporciona tiempo para desahogar las iras y, ojalá que también, para templar los argumentos. Que no vendrá mal, sobre todo si alguien recuerda que la empresa portuguesa que quería más eucaliptos es una pastera, y aquí, en el sur galaico, ya existe una, que da trabajo a mucha gente, directa e indirectamente. Y lleva años desafiando a lo del “peche, xá”.

¿No?

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