Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Miguel Pocoví

Cerrar la cuadra cuando se ha escapado el caballo

La eficacia de las vacunas contra las variantes del coronavirus

Hay cuatro variantes del virus SARS-CoV-2 que en la actualidad resultan preocupantes: la del Reino Unido, la de Sudáfrica y dos de Brasil. Las cuatro tienen en común una mutación que le proporciona al virus ventajas en su transmisibilidad. Aparte de este cambio, la variante sudafricana y las dos brasileñas tienen otra mutación que alarma a la comunidad científica, porque se ha observado que escapa, en parte, a la inmunidad adquirida por haber tenido la COVID-19 o por vacunación.

Estamos “jugando” al gato y al ratón con el coronavirus. El objetivo único del coronavirus es multiplicarse; para conseguirlo utiliza la estrategia de camuflarse de nuestro sistema inmunitario, que es su principal enemigo. Nosotros, en esta lucha, utilizamos las armas que creemos más eficaces: no dejar entrar el virus en nuestra casa, protegernos cerrando ciudades o países, usar mascarillas y geles hidroalcohólicos, mantener distancia interpersonal, ventilar... Y si consigue infectarnos, intentamos eliminarlo con antivirales o con nuestro sistema inmunitario, activándolo y enseñándole a reconocer al virus con las vacunas, que lo que hacen es enseñarle a nuestro sistema inmunitario un señuelo, un trocito del virus, de tal forma que desarrollamos anticuerpos... De esa forma, si en un futuro el mismo virus infectivo consigue entrar, nuestro sistema inmunitario se pone en guardia y saca sus armas para eliminarlo.

El virus va haciendo pruebas continuamente para mejorar su estrategia de multiplicarse y pasar inadvertido. Esto lo consigue gracias a que muta continuamente. Conforme se dan los contagios, se van produciendo “errores” en el copiado del virus y entonces ocurren las mutaciones o cambios en el código genético de los virus. Aunque no es un virus que mute mucho, el SARS-CoV-2, por ser un virus que tiene corrector de pruebas del copiado de su material genético, tiene la ventaja de que ha conseguido expandirse por todo el mundo y en cada individuo que infecta consigue hacer millones y millones de copias. Las copias que hace, si tienen algún cambio y este resulta ser ventajoso, prevalece y es esta variante la que va dominando. Si la copia que ha hecho presenta cualquier pequeña desventaja con respecto a las anteriores, poco a poco tenderá a desaparecer. Por lo tanto, si el virus tiene buenas posibilidades de replicarse, es decir que haya mucha gente infectada, más posibilidades tiene de mejorar y conseguir su fin.

Hasta ahora el SARS-CoV-2, causal de laCOVID-19, durante su primer año de existencia ha estado mutando a un ritmo bastante lento, aproximadamente conseguía unas dos mutaciones o variantes al mes. Estas variantes no eran muy preocupantes porque diferían poco del señuelo que utilizan las vacunas, que en la mayoría de casos es la proteína de la espiga S del virus, la que sirvió para diseñar las vacunas en base al primer virus que apareció en Wuhan (China).

Desde que se descubrió el virus se han producido unos 27 cambios en esa proteína S. Estos cambios que ha conseguido hacer el virus y que ahora son los que dominan no han sido demasiado preocupantes porque solo algunos de ellos habían conseguido una mejora en la transmisión del virus, pero no afectaban al reconocimiento por parte de nuestro sistema inmune. Unos pocos cambios de aminoácido de la proteína S suelen tener poca relevancia porque nuestro sistema inmunitario reconoce diferentes zonas de la proteína S, pero si este cambio modifica de forma sustancial la forma que tiene esta proteína con respecto a la que tiene el señuelo de la vacuna, estamos enseñando a nuestro sistema inmunitario a luchar en balde porque solo reconocerá al virus inicial que había en Wuhan, y este ya no se le parece.

El 20 de diciembre 2020 ya alertaba de la preocupación de la OMS por la expansión de la variante británica, la denominada VUI-202012/01. Ahora hay alarma por una nueva variante, la sudafricana, denominada 501Y.V2. Esta variante se caracteriza por tres mutaciones en el pico de la proteína S del SARS-CoV-2, la última de ellas presente también en la llamada variante británica.

Aparte de esta variante sudafricana, otra variante (P.1) se detectó en Manaos (Brasil) el 12 de enero de 2021 y otro linaje P.2 recién clasificado (sublinaje de B.1.128) también se ha detectado en varios lugares de Brasil, incluido Manaos. Existe evidencia in vitro de que la presencia de la mutación brasileña reduce la neutralización por anticuerpos policlonales en sueros de individuos convalecientes de la COVID-19. Actualmente, la variante sudafricana y las dos brasileñas (P.1 y P.2) se consideran cepas más transmisibles debido a la rapidez con la que se han convertido en predominante en la población sudafricana y brasileña, respectivamente. Hay que tener en cuenta que las tres contienen, a su vez, la variante británica, que de por sí ya tiene mayor capacidad de transmisión.

Penny Moore, profesora asociada del Instituto Nacional de Enfermedades Transmisibles de Sudáfrica, y sus colegas extrajeron sangre de 44 personas que habían tenido la COVID-19. Se confirmó que todos estos casos ocurrieron antes de septiembre, antes de que se detectara la variante en Sudáfrica. Los investigadores analizaron si los anticuerpos de los individuos que habían tenido la COVID-19 combatirían la nueva variante. En aproximadamente la mitad de las personas, sus anticuerpos eran impotentes contra la nueva variante. “Fue un resultado aterrador”, concluyó Moore. Para la otra mitad, la respuesta de anticuerpos se debilitó, pero no se eliminó por completo. El análisis mostró que la respuesta de anticuerpos más fuerte fue de aquellos que habían sufrido casos más graves de coronavirus, y por lo tanto, habían desarrollado una respuesta de anticuerpos más fuerte a raíz de la enfermedad.

La farmacéutica Moderna aseguró el lunes 25 de enero que su vacuna contra el COVID-19, una de las primeras en obtener aprobación mundial, neutraliza las variantes británica y sudafricana, según los resultados preliminares de pruebas clínicas. Pero, ojo a lo que dijo también la compañía Moderna: “La concentración de anticuerpos en el caso de la variante británica no se reduce, mientras que en el caso de la variante sudafricana es seis veces menor, aunque por encima de los niveles necesarios para ofrecer protección”. Si es así quiere decir que el virus con esta variante sudafricana ya está empezando a lograr el camuflarse de la inmunidad protectora de la vacuna. Teniendo en cuenta esta bajada drástica de anticuerpos producido por la vacuna, la compañía Moderna se ha puesto a desarrollar cambios de su vacuna para la variante sudafricana.

El desarrollo en el laboratorio de una nueva vacuna frente a estas variantes es relativamente fácil. El problema son los ensayos clínicos que deben superar, los trámites y aprobaciones por las Agencias del Medicamento, que puede demorarse varios meses. Mientras tanto, el virus, si no lo detenemos en su multiplicación, seguirá haciendo probaturas buscando nuevas vías del escape a nuestro sistema inmunitario y nos ganará otra batalla.

La actuación más efectiva para impedir la expansión es “confinar el virus” e impedir que entren estas variantes a través de nuestras fronteras, pero no sirve de nada hacerlo demasiado tarde, porque como dice mi amigo el profesor José María Ordovás, de Boston: “No sirve de nada cerrar la cuadra cuando se ha escapado el caballo”.

*Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular

Compartir el artículo

stats