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Ceferino de Blas.

Llega el "Mongolia"

La chanza de que en los días claros, al asomarse a la ventana, los vigueses pueden ver en lontananza los rascacielos de Manhattan, divierte y euforiza.

Hace un siglo los vigueses persiguieron con ahínco conseguir un transporte regular directo con Nueva York. Y lo consiguieron.

El 16 de junio de 1920, el trasatlántico "Mongolia", de la American Line, inauguraba la línea, tras tomar en la ciudad 864 pasajeros con destino a Nueva York. Era un buque experto en cruzar el Atlántico, ya que durante la guerra mundial había realizado trece travesías con soldados a Europa, transportando 4.500 en cada una. En Vigo se aguardaba el "Mongolia" con expectación. Era el viaje más deseado.

La línea comprendía estas escalas: Hamburgo-Southampton-Vigo-Nueva York. La duración desde Vigo era de siete u ocho días y el precio del pasaje de tercera clase, de 565 pesetas.

Para viajar a EE UU existían normas muy estrictas. No podían hacerlo los que padecían alguna enfermedad y los mayores de 55 años debían probar que iban a reunirse con sus hijos. Solo se admitía a los que llevasen un contrato de trabajo.

Pero además de la emigración, transporte en el que el puerto de Vigo llegó a ser el más importante de España, los vigueses perseguían otros objetivos con la conexión directa con Nueva York: el comercial, los negocios y el turismo.

Era la gran oportunidad de que la nación más poderosa del mundo tuviera a Vigo como uno de los principales puertos de entrada en el Continente.

Fue una época boyante para la ciudad, donde recalaba una media de 25 trasatlánticos al mes, de diversas procedencias.

Vigo hizo valer ser un enclave estratégico, y jugaba en la primera división de las comunicaciones, cuando el transporte marítimo era el más importante, en mercancías y pasajeros, con una aviación incipiente y un ferrocarril deficitario.

Desde que la aviación ocupa el primer puesto, y la ciudad encuentra tantos obstáculos para establecer conexiones aéreas no sólo internacionales sino nacionales, la comparación resulta poco gratificante. Aunque la explicación es sencilla: la situación estratégica marítima no se corresponde con la aérea, en la que la aventajan otras ciudades. Por demografía, ubicación y diversas circunstancias.

De ahí que Vigo no pueda dejar de mirar al mar, tras la vuelta a la normalidad. Puede ser la oportunidad para relanzar el transporte marítimo, no solo de cruceros, cuyo número debe incrementar, sino con nuevas perspectivas de tráfico regular de pasajeros.

Un dato que no debe olvidarse después del confinamiento: el concepto tiempo, con las nuevas tecnologías, también ha cambiado. Incluso para los viajes.

Es evidente que en el tráfico aéreo Vigo no puede renunciar a pelear, pero siendo realistas hay que convenir en que carece de la capacidad estratégica que le aporta la ría, y soporta el peso de dos serios competidores. Oporto, el gran aeropuerto del Noroeste y Lavacolla, mejor ubicado y con el plus de viajeros que ofrece ser la sede administrativa de la región.

Vigo quedó rezagado, cuando fue hidropuerto de Galicia, y abandonó por falta de medios la construcción del aeropuerto de Peinador en 1929, y se adelantó Santiago, en 1937.

Pudo competir por el tráfico del Sur, e incluso hubo un tiempo -final de los ochenta-, en el que Peinador captaba pasajeros portugueses, pero entre las autopistas y la falta de inversión, se esfumaron las posibilidades de ese mercado y se revertió la situación.

Cuando pase la pandemia, tendrá que intentar recuperar las antiguas rutas con las que operaba, porque defiende los intereses de su ciudadanía y de todo el hinterland,

Pero el objetivo es la alta velocidad ferroviaria, cada vez más demandada, y por la que habrá echar el resto de su capacidad e inteligencia.

Y por qué no imaginar que el mar -puerta de Europa-, puede volver a ser lo que fuera cuando comenzó la ruta trasatlántica entre Vigo y Nueva York, con el ansiado "Mongolia", hará mañana un siglo.

El primer paso concreto debería ser revitalizar el proyecto de ferry entre Vigo y Gran Bretaña, del que se hablaba hace meses, y que el Brexit hace más apetecible.

Porque Vigo no puede renunciar a competir en la primera división de las comunicaciones.

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