Solo se conoce una prueba fidedigna de que Rosalía de Castro vivió una corta temporada en Vigo. Es la carta que escribió el gran periodista redondelano Pascual Ruiz y Enríquez a Manuel Murguía, a raíz de la muerte de la poetisa, en 1885.

Recuerda que estando Murguía de director de "El Miño", por ausencia de Juan Compañel, subió al piso donde residía el matrimonio a comunicar que acababa de arribar a Vigo un barco con soldados que se dirigían a África, donde había estallado la guerra.

Observó que Rosalía se había levantado cansada, pero en cuanto comunicó la noticia, la estancia cobró vida. Murguía tomó papel de redactar y pidió a su esposa que dedicara un poema a los soldados que partían al combate.

Rememora Ruíz y Enríquez, entonces un quinceañero que trabajaba de aprendiz en la imprenta de Compañel: "Durante los minutos que duró la tarea de escribir aquellos versos, Rosalía se había transfigurado".

No se conoce ningún otro testimonio coetáneo de que la poetisa haya residido en Vigo, en el piso alto de la imprenta de Compañel, en la calle Real, donde se editaba el periódico.

Aunque existe una confirmación indirecta del alcalde, Joaquín Pérez Boullosa, que recordaba que los paseos del matrimonio por Vigo llamaban la atención, porque Rosalía era mucho más alta que Murguía.

Habrá quien discrepe, pero es difícil negar que Vigo sea una ciudad rosaliana. Tanto como la que más de Galicia, porque no solo lo es literariamente, sino existencialmente, desde que dio nombre a uno de sus barrios más vitales. Y donde se halla ubicada su estatua, no en un rincón umbrío y tranquilo, sino en una de las rotondas de mayor circulación.

Pese a configurarse desde hace pocos años, el barrio de Rosalía ha adquirido tanta dimensión que se ha convertido en uno de los espacios de encuentro de la ciudad. Abundan los comercios, locales de todo tipo y bares, e ir de compras o de cañas a Rosalía pronostica una cita atractiva para los vigueses.

Nombrar a Rosalía de Castro no se circunscribe a una expresión culta y bibliográfica, sino pragmática, con referencia a un lugar donde vive y se concentra la gente.

Los vecinos no necesitaron para enraizarse que fuese una de las parroquias centenarias de Vigo, a las que sus habitantes están vinculados con sentido de pertenencia. Son de Bembrive, Castrelos, Sardoma o Matamá. Y lo sienten como propio. Aquí son del barrio de Rosalía. En ambos casos supone un sentimiento de orgullo.

La relación pragmática, la impregnación de la gente con los personajes que dan nombre a su calle o barrio, es una demostración existencial, porque no se limita al conocimiento intelectual por intenso que sea. Cuando decir Cunqueiro o Rosalía se identifican sus nombres con espacios físicos es señal de que esas personalidades trascienden el lenguaje académico. Están más vivos que en sus libros y, por supuesto, que en los epitafios de sus sepulturas.

Con frecuencia se encierra el nombre de la poetisa en un compartimento estanco. Solo se la vincula a Vigo por la impresión de su libro germinal, "Cantares gallegos", en la imprenta de Compañel, que dio principio al Día das Letras.

Se olvida su vivencia en la ciudad, y pocos reparan en que la festividad del Día se gestó en Vigo, cuando Fernández del Riego lo propuso en un artículo publicado en este periódico, que después avalaron en la institución otros dos académicos.

Por todo esto, Rosalía sigue viva en Vigo, donde el pasado 24 de febrero, coincidiendo con el 183 aniversario de su nacimiento, se celebró con una representación por las calles.

Fue un refrendo de la simbiosis de la ciudad con la poetisa por excelencia de Galicia. Porque desde que habitó en la calle Real, se quedó entre nosotros.

Bien está que haya un día en que se la recuerde de modo especial, pero aquí todos los días son rosalianos. Basta con decir, nos vemos en Rosalía.

P.S.

Habrá quien la llame poeta, en lugar de poetisa, como quieren imponer los revisionistas del pensamiento políticamente correcto, desde que en 1954 Gloria Fuertes publicó su famoso poema: "Hago versos, señores, hago versos/pero no me gusta que me llamen poetisa?" Pero en este caso es mejor distanciase de la terminología impostada, y preservar la ortodoxa, ya que Rosalía ha sido siempre poetisa.